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Ediciones Oriente Mediterraneo

El caos que viene Cuentos Populares Bereberes Defensa Siciliana

Stelios Kouloglou
Stelios Kouloglou
[Oct 2011]
Grecia  columna  ¿Suicido o sumisión?             Un poco antes del baile de Zálongo

Parece que la suerte está echada y sólo faltan los detalles. Vamos hacia una reducción grande de la deuda, cosa mala y buena a la vez: lo bueno que nos aliviamos del peso de una deuda que es insoportable.

Lo malo es que la reducción, o la reestructuración o comoquiera que se llame, incluso con medidas contra el derrumbe de las cajas de seguridad griegas y del sistema de los bancos, consiste en realidad en una quiebra coordinada. Y esta quiebra marcará el país por mucho tiempo. Lo malo es que la reducción o reestructuración o cómoquiera se llame consiste en realidad en una quiebra coordinada

Lo que el gobierno no ha explicado a los ciudadanos, cuando empezaba la crisis, era que la tragedia griega no se debe a la magnitud de la deuda, tampoco al porcentaje de ésta respecto al PIB [Producto Interno Bruto]: hay países que desde el punto de vista de los números están en peor estado. El problema básico es que el país ha dejado de producir riqueza, algo que lo pudiera mantener vivo.

Las desigualdades estructurales de la zona euro agravan el problema, pero incluso si la moneda nacional hubiera sido la piastra, la burbuja en la que vivían los nuevos ricos griegos habría reventado, a pesar de todo lo que dicen los entusiastas de Constantina la tiñosa [mendiga de Nauplia en época del primer gobierno de la Grecia moderna] y de la dracma.

La buena noticia es que acabará el suplicio de la gota que sigue torturando la población del país desde hace un año y medio, ya que una medida dura se ve seguida por otra. La mala noticia es que empezarán nuevos suplicios. Las fuerzas dominantes de Europa y de los Estados Unidos también, todo este tiempo temían que la reducción de la deuda se considerara como un “episodio de crédito”, que no sólo impediría que volviera Grecia a conseguir préstamos sino sobre todo, tendría consecuencias de tipo dominó en Europa.

Todo lo que ha pasado hasta hoy, desde la continuación de la concesión del préstamo a través de los sistemas de apoyo hasta el famoso tratado del 21 de julio, aspiraba a la protección de los bancos franceses y alemanes y no, por supuesto, de Grecia. Todo lo que ha pasado hasta hoy aspira a proteger a los bancos franceses y alemanes y no, por supuesto, a Grecia Ahora, Merkel y Sarkozy llegan a la misma conclusión, según la que la recuperación de la economía griega es imposible, es como si tiraran dinero por la ventana; entonces son necesarias algunas medidas contra la propagación de la epidemia. Las consecuencias de la quiebra y el destino de Grecia no les importa. En breve, nosotros solos hacemos frente a nuestro destino.

Hay dos conjeturas posibles para el futuro del país. La menos mala es la “portuguesa”: a través de un mecanismo insoportable de devaluación interior, los precios y sobre todo las pensiones y los sueldos se reducirán tanto que la “generación de los 700 euros” será un recuerdo bonito de la Belle Epoque griega. A condición de que el país no explote por la indignación y al contrario, presente pronto un superávit primario (es decir, gaste menos de lo que gane), controlando su economía y su deuda.

La peor conjetura se llama “en algún sitio entre Bulgaria y Albania”: el país ya no dispondrá de efectivo, proclamando la suspensión de pago de los sueldos y de las pensiones, algo que llevará un caos más grande que lo de la conjetura anterior. En este caso la única solución será obligatoriamente la impresión de moneda nacional para que pueda cobrar el populacho. Quizás este sea el sueño de la señora Merkel: Grecia no se expulsará de la zona euro, ya que esto no los preven los tratados, pero se verá obligada a retirarse por sí misma.

Ya no queda margen para una solución más justa. Para una solución así haría falta liberar Europa del conservadurismo neoliberal, lo que lleva incluso al gobierno de los Estados Unidos a proponer en Bruselas desarrollo y no austeridad. Por un lado el movimiento en Wall Street y por otro lado las sacudidas de los gobiernos de la derecha en Francia y en Alemania muestran que el clima va a cambiar, pero todavía es temprano. Y Grecia se ha quedado no sólo sin dinero, sino también sin tiempo. Falta un requisito para que tenga exito una revolución: una propuesta de poder alternativa

La basura que está ahogando la ciudad de Atenas, los ocupas que se multiplican, la incapacidad total del gobierno en cuanto a la imposición de la función normal del país constituyen los requisitos primordiales que, según Lenin, tienen que cumplirse para una situación revolucionaria: los “de arriba” no pueden seguir gobernando como gobernaban hasta ahora y los “de abajo” no se pueden gobernar como se gobernaban.

Pero en nuestro caso falta absolutamente un requisito para que tenga exito la revolución, entre comillas o no: una propuesta de poder alternativa y una autoridad que la va a aplicar. La izquierda ha fallado totalmente en la propuesta de un programa radical y a la vez realista que pueda salvar el país. La mayoría de las veces hace demagogía desvergonzadamente por algunos votos más y no ve más allá de su nariz: la ultraderecha será al final la triunfadora agitando las banderas de la ley y del orden.

Todo eso no quiere decir que la explosión social que se está acercando no esté justificada. Lo está y además será heróica y desesperada, como el baile de Zálongo [18 años antes de la Revolución griega del año 1821 en la cima de la montaña Zálongo se registró un suicidio colectivo a coro de mujeres y de sus niños que saltaron desde la cima porque no querían someterse a los turcos]. De todas formas no se esperaría nada más o nada menos de una sociedad que, contrariamente a Portugal, desde los años de la escuela sabe que es mejor suicidarse que someterse.