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Ediciones Oriente y Mediterraneo
El caos que viene
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Stelios Kouloglou
Stelios Kouloglou
[May 2011]
Grecia  columna 

Los sordos al Palacio, los mudos a Syntagma

Una reunión más de los líderes de los partidos políticos se acabó sin ninguna sorpresa. El primer ministro que organizó la reunión ahora puede afirmar ante el cónclave de los hoscos acreedores que se esforzó mucho por conseguir el consenso.

A pocos centenares de metros desde el palacio presidencial donde se celebraba la reunión y a la misma hora del ´after game´ que organizaron los medios de comunicación, miles de personas se juntaron en la Plaza Syntagma y conversaban hasta las doce de la noche, y aún más, en una asamblea de las más masivas y espontáneas que se hayan realizado después de la transición política del año 1974. La presencia de los 'indignados' constituye el único fenómeno sano y esperanzador de Grecia

Indignados por el presente gris y por el futuro incierto que los sordos del palacio presidencial han construido para ellos, hablaban de cómo podrán organizar mejor su presencia en la plaza y sus acciones siguientes. Su preocupación principal no es el mantenimiento del poder, que de todas formas no tienen, sino el bien común de la sociedad y del país. Este bien común por el que el estado y los partidos no se preocupan en absoluto, desde hace mucho tiempo.

No es nada seguro que los ´indignados´ consigan modificar la situación del país que, por otra parte, está muy vinculada con la del resto de Europa. Pero ya sólo su presencia, dada la profunda crisis política y social, que no sólo no se eliminó después de la reunión, sino se va a agravar más, constituye el único fenómeno sano y esperanzador en Grecia en los últimos años. No es poco: en el país donde hablaban sólo los sordos ahora los mudos también empiezan a hablar.

El Gobierno aún puede ofrecer algo

La idea de la venta acelerada de las propiedades públicas es muy probable que se vaya a combinar con nuevas medidas fiscales duras y así constituirá el tiro de gracia para el gobierno Papandreou. Se trata de la confesión del fracaso total del memorándum y, como consecuencia, del gobierno que, hace un año, vinculó su destino a éste.

Las razones de la derrota son dos. Primero, las tan conocidas recetas del Fondo Monetario Internacional, que la Unión Europea llevó al extremo y que no tuvieron exito en ningún de los países donde se aplicaron. De todas formas, no hacía falta ganar el premio Nobel para poder prever que esas medidas nos llevarían a un círculo vicioso de recesión, más medidas de austeridad y de recesión otra vez. No hacía falta ganar el Nobel para prever que las medidas del FMI nos llevarían a un círculo vicioso de recesión

A lo mejor nunca se le ocurrió a [Giorgos] Papakonstantinou [ministro de Economía], pero los acreedores de la Troika sabían muy bien lo que hacían: porque el objetivo del memorándum [acuerdo con el FMI firmado en 2010] que impusieron a un gobierno impotente a negociar no constituía la salvación de la economía griega, sino, sobre todo, la de los bancos franceses y alemanes. El siguiente es el timo de las propiedades públicas que está iniciando la privatización de todo lo demás.

La segunda razón de la derrota del memorándum es la impotencia total del gobierno en cuanto a la realización de los cambios previstos en ese acuerdo (limitación del derroche y de la burocracia, de las relaciones de clientela de los partidos políticos etc), que los gobiernos tendrían que haber llevado a cabo después de la transición política, sin la imposición de ninguna intervención extranjera.

El memorándum no impidió aprovechar los programas europeos de los fondos de cohesión acorde al Marco Estratégico de Referencia Nacional: mil millones de euros se pierden y proyectos completos enmohecen en los despachos de algunos ministros que no los firman, porque a veces no se incluyen en ellos determinadas personas de su entorno. Humillado por los acreedores extranjeros y privado de toda legitimidad, el gobierno se verá pronto obligado a dimitir La fiesta de corrupción en los hospitales que no se elimina, la indigencia de la Justicia, las situaciones incontrolables en el centro de Atenas y la impotencia de afrontar el problema de la inmigración y muchos otros problemas que permanecen estancados no se deben al memorándum.

Humillado por los acreedores extranjeros y privado de toda legitimidad en el interior del país, el gobierno se verá muy pronto obligado a dimitir. Pero antes puede ofrecer algo interesante: modificar la ley electoral. La indigencia electoral del país se debe en gran medida al sistema perenne de clientela de los partidos políticos. Algo que eliminaría de forma significante la ley que el PASOK [el partido socialista en el gobierno] había prometido, mediante la abolición de la cruz en las papeletas etc. Ya que en la temporada que viene habrá inestabilidad política y, posiblemente, sucesivos enfrentamientos electorales, esta nueva norma electoral se aplicaría pronto.

La plana mayor del Gobierno no se atreve presentar esta ley al Parlamento, para que se vote, porque tiene miedo de las reacciones de la mayoría de los diputados, que quizás voten en contra, empujando así el Gobierno a la dimisión. Casi mejor: será la dimisión más digna que alguien pueda imaginarse para este Gobierno.