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Ediciones Oriente Mediterraneo

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Stelios Kouloglou
Stelios Kouloglou
[Nov 2011]
Grecia  columna  El parricidio incompleto de G. Papandreou

Giorgos Papandreou pronunció su discurso de despedida el viernes por la noche, un poco antes del voto de confianza a un gobierno que – caso único en la historia parlamentaria universal – dimitió tres días más tarde. El discurso no contenía ninguna autocrítica, aunque hubiera debido, y estaba lleno de denuncias contra el sistema que, según el primer ministro dimitido, nos ha llevado al borde del abismo: pero el fundador principal del sistema que se derrumba era otro primer ministro que también se llamaba Papandreou: Andreas Papandreou. El fundador del sistema que se derrumba era otro primer ministro que también se llamaba Papandreou

Como una pequeña autobiografía política, el discurso del viernes se refirió a todos aquellos casos en los que el joven Giorgos, en aquel tiempo, se distanció de los gobiernos de su padre: libertad para las emisoras de radio, otro tratamiento del problema de las drogas y de la educación. Y puesto que no era tan difícil ser innovador en una época que el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales S. Papathemelis quería que nos acostáramos a las 12 de la noche, G. Papandreou habló también de aquellas políticas que, como ministro ya, le distinguieron de la política equivalente de A. Papandreou y cuya cumbre eran los acuerdos con Turquía.

No cabe duda que desde el punto de vista de temperamento y de personalidad el hijo y el padre están muy alejados. Uno era resuelto y a la vez un demagogo carismático que sobre todo quería que el pueblo le amara. El otro no pudo nunca crear vínculos personales con el pueblo y durante los dos años de su mandato no dudó en tomar medidas que le volvieron extremamente antipático. Hijo y padre están muy alejados: uno era un demagogo carismático, el otro se volvió antipático El padre afrontaba los desacuerdos a través del Consejo Disciplinario. En cuanto al hijo, la tolerancia hacia las opiniones diferentes le lleva a menudo a la parálisis.

Sin embargo, a pesar de todas las diferencias, Giorgos Papandreou no tuvo nunca la intención de poner radicalmente en duda el sistema paterno: se veía más como un príncipe iluminado que íba a corregir los errores antiguos.

La parádoja histórica es esto exactamente: durante los dos años de su mandato, durante los que el país se encontraba en la situación más difícil de su historia moderna, G. Papandreou se vió obligado a jugar el papel del parricida, intentando eliminar el sistema de clientela de los partidos políticos y empezando las hostilidades con el sector público inflado, que Andreas había construido, asegurando así un apoyo social estable de tres décadas para el PASOK. Es decir, todo lo que Giorgos denunció el viernes en su discurso de despedida.

Pero G. Papandreou no estaba nada preparado para jugar el papel de parricida. Al contrario, cuánto más íban aumentando las dificultades, más el ¨open gov¨ [programa de gobierno abierto, según el que los ciudadanos pueden tener acceso al conjunto de las leyes y de las decisiones de los órganos gubernamentales a través de un programa del Ministerio de Administración Electrónica] cedía su sitio a los años 80 con la imitación de los métodos que Andreas había usado. El truco de los ministros suplentes que se saboteaban mutuamente era un invento de Andreas

El gran cambio se hizo con la reforma gubernamental, en septiembre del año 2010, cuando el PASOK "profundo" y los adeptos de Andreas volvieron al gobierno. El truco de los ministros suplentes que se saboteaban mutuamente y la ridiculización de los disidentes a través del oficio del ministro que se les ofrecía, algo que Giorgos en aquel periodo empezó aplicar, eran invenciones de Andreas. El colmo era la táctica de los dilemas extremos en batallas electorales, o lo de la maldita Derecha que Andreas alabó.

Todo eso acabó en la famosa ruptura del 9 de mayo de 1985, cuando el dilema tuvo un carácter de chantaje: los votantes decepcionados del PASOK, sobre todo los que venían de la Izquierda, tenían que elegir entre lo que representaba K. Karamanlis [primer ministro que venía de la Derecha] o el "avance" que personificaba Ch. Sartzetakis [electo por el Parlamento en 1985 como presidente de Grecia con el PASOK]. Queriendo o no votarían a este último, exactamente como G. Papandreou creía que los votantes harían hoy en día, optando por el acuerdo del préstamo y no por la salida de la zona euro y así ratificaban su política.

Pero en la política a veces uno tiene que ser uno mismo: experto en las tácticas políticas, Andreas consiguió librarse provisionalmente de Karamanlis (el sistema que se concentra en el primer ministro y que se creó en aquel tiempo es una razón de la miseria actual, pero eso es otro tema).

Su hijo, sin haber reflexionado en absoluto sobre las consecuencias de su acción, convocó un referéndum que por muy poco no provocó un crac universal y ahora se ve obligado a entregar el poder a otras manos. Desde este punto de vista, no es el hijo que mató al padre, sino el padre al hijo. La tentativa del referéndum que llevó a la caída del gobierno ha dado el tiro de gracia al sistema político

En realidad se trata de un parricidio incompleto: el gobierno de dos años de G. Papandreou, sobre todo con la tentativa del referéndum que llevó a la caída del gobierno y en realidad a la subordinación total a una supervisión internacional, ha dado el tiro de gracia al sistema político actual.

Los remilgos casi surrealistas de los tres últimos días, que al final anteayer llevaron al acuerdo de formación de un nuevo gobierno, no van a cambiar la situación. El acuerdo no pone en absoluto en duda la política económica que seguimos y ya es muy tarde para que Papandreou y Samaras [el presidente de la oposición] aparezcan juntos en Bruselas pidiendo reformas. Hay sólo una orden: seguimos como antes.

Es probable que ahora se nos entregue el sexto plazo y que se evite provisionalmente la quiebra, pero en dos meses habrá más desempleados y tiendas cerradas, mayores desviaciones del programa de la Troika y nuevas medidas para que se asegure el séptimo, óctavo, noveno plazo, etc. Es dudoso que el sistema político actual aguante un peso así. Aunque los parricidas se hayan jubilado... cobrando pensión reducida.