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Stelios Kouloglou
Stelios Kouloglou
[Sep 2011]
Grecia  columna 

Leónidas Kyrkos: el hombre que menospreciaba las cosas insignificantes

El día en el que conocí a Leónidas, que falleció el domingo 28 de agosto, era aventurado. En los años ochenta me encargué de hacerle una entrevista para la revista ANTI, una revista política de la Izquierda y los seguidores de su ideología: gradualmente perdió su esplendor y a sus lectores y cerró.

Secretario del Partido Comunista de Grecia (ΚΚΕ) en aquella época, Leónidas preparaba una de las campañas más grandes, de las que lanzaban siempre nuevas ideas, de las que siempre concebía y con las que soñaba, y tomaba muy en serio aquella entrevista, a la que se dedicaría toda la portada de ANTI. No sé si Leónidas era un gran comunista ―tampoco sé qué significa esto― pero era un gran humanista

Durante la entrevista era torrencial, como siempre ―durante los años siguientes, sus consejeros sufrieron mucho para convencerle de que tendría que dar respuestas más breves, sin revelar una idea nueva en cada una de sus frases―. Volví a mi oficina tres horas más tarde para que se pudiera imprimir la revista a tiempo, antes del mediodía siguiente, pero constaté que el magnetófono jugaba el juego del Partido Comunista, de los 'compañeros del otro lado', y que no se le había olvidado sabotear la entrevista: no había grabado nada.

Christos Papoutsakis, el genio inolvidable de la revista ANTI, no me echó la bronca, aunque lo habría preferido al castigo que al final me impuso: llamarle a Kyrkos yo mismo y no él, con el prestigio del editor, y pedirle otra entrevista, donde tendría que repetir todo lo que me había dicho antes. Y todo eso con el plazo límite de aquella noche o de la madrugada siguiente. Con mucha sorpresa constaté que Leónidas no se enfadó: "Yo también era periodista , estas cosas pasan", me dijo. "Vénte a las 6.30 de la mañana y tomamos un cafe. Y trae dos magnetófonos".

Más tarde, en varios ocasiones le recordaba aquel día alabando su estoicismo. Su frase preferida: "Sobre todo, tenemos que ser personas". El hombre que tiene que estar en el centro de los pensamientos y de las acciones de la Izquierda era la piedra de toque de sus opciones, desde el socialismo, con la cara humana de la Primavera de Praga hasta el eurocomunismo. Leónidas Kyrkos era un hombre que sabía escuchar a los demás y que quería aprender más cosasNo sé si Leónidas era un gran comunista ― y de todas formas no sé qué significa esto― pero era un gran humanista.

A lo largo de los años siguientes nos vinculamos más y empecé a apreciar más cosas de su personalidad: era un hombre que sabía escuchar a los demás y que quería aprender más cosas. Cuando yo volví a Atenas desde Moscú, donde trabajaba de corresponsal, durante la época de Gorbachov, me invitaba a menudo a su casa y le hablaba de la marcha de las cosas ahí.

Prestaba mucha atención a mis narraciones y seguimos la... enseñanza los años siguientes, cuando empecé a viajar para mi programa ´Reportaje Sin Fronteras´. En lugar de comentar, preguntaba. Cuando no estaba muy al corriente de algo, no hablaba. Era todo lo contrario del sabelotodo, que se encuentra a menudo. En esta clase se incluyen también grandes personalidades.

Esta dimensión humana explica una característica más de la personalidad del memorable Leónidas. Su capacidad en cuanto a la admisión de sus errores y en cuanto a su autocrítica. Kyrkos quizás sea el único líder moderno en Grecia que ha admitido sus errores directamente Quizás sea el único líder moderno en Grecia que ha admitido sus errores directamente, como hizo él con errores políticos eminentes, como el envío de Andreas Papandreou [ex primer ministro] al Tribunal Especial de Grecia en el año 1989, o, el mismo año, la concesión de las cadenas privadas de la televisión a los editores de la prensa.

Hace dos o tres años , cuando se declaró decepcionado con el rumbo de Synaspismos [partido político de la Izquierda del que fue líder] le pregunté en qué creía que se había equivocado. No vaciló en absoluto: "No tenía que haber dimitido del liderazgo del partido en el año 1991. Quería dejar espacio libre a los jóvenes pero primero tendría que haberme asegurado de dejar el liderazgo en manos de alguien que proviniera de la Izquierda renovadora y no del KKE”.

Pero la lección la más grande de Leónidas la tomé cuando me explicó cómo se las apañaba con los ataques de golpes bajos que recibía. "Te voy a dar un consejo de por vida", me dijo. "No hagas caso a las mezquindades. El que gasta su tiempo en cosas insignificantes deja que se le escapen las importantes. No le queda tiempo para las dos".