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Ediciones Oriente y Mediterraneo
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Ali Amar
Ali Amar
[Ago 2011]
Marruecos  columna 

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¿Cómo reconoce McDonald’s a los no musulmanes?

En Marruecos, durante ramadán, las cadenas internacionales de comida rápida como McDonald’s, Pizza Hut o KFC permanecen abiertas durante el día. Solo atienden a los "no musulmanes". ¿Pero cómo hacen para saber quién lo es y quién no?

- Buenos días, quería un menú Royal Cheese con una Coca-Cola y un Sundae Caramel, por favor.
- ¿Algo más, señor? ¿Para tomar aquí o para llevar?

De momento, en un McDonald’s de Rabat, este diálogo entre un cliente y una camarera de la franquicia americana establecida en Marruecos desde 1992 es de lo más común. Por ahora, nada indica que estemos en tierra musulmana y que la escena pase en pleno día del mes de ramadán.

- Para tomar aquí, por favor.
- Señor, ¿es usted musulmán?
- ¿Cómo?
- Sí, ¿podría enseñarme su DNI?
- ¿Por qué?
- Pues para saber si es musulmán o no; solo atendemos a los no musulmanes, si no, sería para llevar. Grandes carteles en la entrada de los McDonald’s lo recuerdan.

Esa es la respuesta surrealista que han encontrado los restauradores para servir o no a algunos clientes. Se transforman en agentes de autoridad que pueden exigir la documentación y peor, se erigen en guardias de la fe musulmana, a imagen de los escuadrones de la moral de los mulás iraníes.

Encerrados en la fe desde el nacimiento

Justifican su acción en conformidad con el artículo 222 del Código Penal marroquí que estipula que “cualquier persona conocida por su afiliación al islam y que aparentemente rompa el ayuno en ramadán, será castigada con una pena de hasta seis meses de prisión y una multa”.

Sin embargo, no existe en Marruecos documentación que acredite la religión. Los camareros del McDonald’s interpretan a su manera lo que está escrito en el DNI, en el pasaporte o incluso en el carné de conducir. Si el cliente se llama Mohamed o Fátima, no se le servirá.

Mohamed y Fátima son, por tanto, “notoriamente reconocidos musulmanes”, por mucho que sean ateos o que hayan abrazado otra religión. La elección confesional No existe en Marruecos documentación que acredite la religión. Si el cliente se llama Mohamed no se le servirá. de los marroquíes está, así, blindada desde el nacimiento, lo que significa nacer de forma obligatoria musulmán y seguir siéndolo -excepto cuando se es judío-. Por otra parte, renegar de la fe musulmana se considera como un acto de apostasía castigado penalmente por la ley.

Las cosas no son tan simples, incluso para los judíos marroquíes. El restaurador o el vendedor de una tienda de alcohol no se toma, por lo general, la molestia de comprobar la fe del cliente por el nombre. Solo la nacionalidad permite lo prohibido, siempre que se enseñe una tarjeta de residencia, en el caso de los extranjeros, o un pasaporte, en el de los turistas. Las personas de doble nacionalidad o los extranjeros ciudadanos de un país árabe, entendido como musulmán, se enfrentan a las mismas molestias.

La dictadura de la mirada ajena

Durante un programa de debate de una radio privada en Casablanca llamada Atlantic, una jurista explicó de forma erudita que el artículo 222 del Código Penal no solo estaba en armonía con la nueva Constitución marroquí, que reafirma que el islam es la religión del Estado (lo habíamos entendido), sino que esta ley era “vanguardista porque prevé excepciones”(¡!).

Esta mujer de ley -que recuerda con énfasis que la ley no prohíbe comer a escondidas (menos mal)- demuestra así que además de los menores de edad que no están en edad de procrear, solo las personas enfermas y las mujeres en fase de menstruación pueden romper el ayuno públicamente.

Entonces, ¿hay que demostrar la incapacidad de procrear, en el caso de los menores de edad (nos preguntamos cómo), proporcionar un certificado médico o valerse de su ciclo menstrual en la caja de los McDonald’s?

¿unos cristianos en un McDonald’s no son susceptibles de contrariar también a los musulmanes?No, porque “es preferible que estas personas coman fuera de la mirada de los demás”, precisa la jurista, que se mete en camisa de once varas para exponer su propia exégesis teológica, retomando la cantinela que dice que comer en público resulta chocante para los que cumplen con el ramadán.

Otra vez tendrá que ser “para llevar”, para evitar la fitna tan temida por los fieles, ese desorden social, destructor de las buenas costumbres, de la moral y de la fe.

¿No es la laicidad la madre de todos los vicios y de la depravación llegada de Occidentepara los islamistas y los conservadores? ¿No lo es, también, para el Estado que, para regir la vida social y política del reino,  se eleva sobre esta “constante de la nación” que es el islam?

Pero entonces, ¿unos cristianos sentados a las mesas de un McDonald’s no son susceptibles de contrariar ellos también a los musulmanes? Esta es una pregunta sin respuesta, a no ser que se confiese que Marruecos navega en plena esquizofrenia, entre la apertura hacia el mundo y el repliegue sobre su identidad y religión.

Marruecos: los herejes del ramadán

Hace dos años, los “des-ayunadores del ramadán” habían armado un escándalo. Su acción, que ponía de relieve la inadecuación del dogma religioso frente a la modernidad social, es más actual que nunca.

“Apóstatas, herejes, ¡erigiremos una hoguera para vosotros y arderéis en el infierno!”. En la red, estas reacciones hostiles prosperaron cuando unos activistas libertarios crearon en 2009 un grupo en Facebook llamado Movimiento alternativo para las libertades individuales (Mali), y decidieron, como primera acción, romper un tabú y convertirlo en un ejemplo de defensa de las libertades individuales: el de no cumplir Los simpatizantes de Mali mostraron públicamente su perfil y foto con un eslogan: "En Marruecos comer mata" con el ayuno durante el mes sagrado de ramadán.

Frente a las amenazas, los simpatizantes de Mali -que ahora rondan los 3.000 en Facebook- habian decidido mostrar públicamente su perfil y su foto con un eslogan: “En Marruecos, comer mata”. Varios declaran que no ayunan, reclaman un Estado laico, fustigan la doblez de los poderes públicos, la hipocresía de los partidos, la apatía de la élite que carece de audacia política capaz de dibujar los contornos de una nueva sociedad marroquí abierta y tolerante.

“En Marruecos, más que en otros Estados, la defensa de nuestras libertades individuales es una necesidad. Abuso de poder, inquisición socioreligiosa, intolerancia, textos de ley abusivos sofocan nuestras libertades fundamentales. De ahí la importancia de un Movimiento alternativo para las libertades individuales”, escribían en su manifiesto las fundadoras del movimiento, dos mujeres jóvenes: la periodista Zineb El Rhazoui y la psicóloga Ibtissam Lachgar.

Un almuerzo sobre la hierba en pleno ramadán

El domingo 13 de septiembre de 2009, a media mañana, Zineb El Rhazoui e Ibtissam Lachgar se subieron al tren que une Casablanca con la capital, Rabat. Les acompañaba un pequeño grupo de jóvenes de procedencia social diversa que se sumaron al movimiento gracias a la agitación excepcional suscitada por su manifiesto en las redes sociales y blogs de activistas progresistas.

Es una comunidad calificada en el mejor de los casos de “idealista” y, en el peor, de “nihilista”, que, cada vez que sube la fiebre de la seguridad en Marruecos, se moviliza en internet para alzar la voz de aquellos que en Marruecos son llamados “modernistas”.

Los miembros del colectivo Mali llegan en grupitos a la estación de tren de Mohammedia, su punto de concentración antes de dirigirse hacia una zona apartada, fuera de la ciudad. Su objetivo, proclaman, era romper el ayuno “en un espacio abierto, pero con una relativa discrección: la idea era hacerlo sin ostentación”.

Su consigna era ante todo “protestar contra la injerencia en la vida privada y por la libertad de no ayunar en ramadán”. Los manifestantes con su bocadillo querían picotear algo durante un pequeño evento en un bosquecillo de la ciudad, alegando que un marroquí no tiene por qué ser musulmán de forma obligatoria y no debe sufrir ninguna discriminación o ser víctima de la ira pública.

100 policías contra 10 bocadillos

Aproximadamente cien policías y militares (“Mas de cien policías contra 10 bocadillos”, titulará, no sin cierta malicia, El Mundo) esperaban la bajada de los manifestantes del tren. Los policías procedieron al cacheo sistemático de los “pasajeros sospechosos”: chicos con pantalones baggy y mochila, pelo rasta o chicas con el pelo suelto…

“Cuando vieron que teníamos comida en nuestras mochilas, nos obligaron a volver a Casablanca en el siguiente tren”, narra una manifestante.

Cada año la policía para a decenas de "infractores" del ramadán. La mayoría recibe penas de cárcel. “Nuestro objetivo era decir que somos marroquíes, que no ayunamos, pero que tenemos derecho a existir. Cada año hay detenciones y linchamientos públicos de des-ayunadores, y eso que la Constitución marroquí garantiza la libertad de culto”, explica un miembro de Mali en las páginas de El Mundo.

Cada año, la policía para a decenas de “infractores” del ramadán en todas las ciudades del reino. La mayoría reciben penas de cárcel. Juicios expeditivos que no tuvieron el eco mediático similar al suscitado por el Movimiento.

La presencia de la prensa internacional, esencialmente española, y el estatus especial del grupo, identificado por las autoridades como una iniciativa de periodistas, habrá hecho reaccionar a la Fiscalía que ordenó a la policía judicial proceder al arresto de los implicados por “razones de seguridad civil” según la versión oficial, muy retomada por la televisión pública en horas de alta audiencia.

Un artículo de ley que prevé entre uno y seis meses de cárcel

La agencia oficial Maghreb Arabe Presse (MAP) dio el tono antes que las órdenes de detención fueran expedidas por el tribunal a la Policía judicial de Mohammedia. Este se basó para su decisión en el artículo 222 del Código Penal marroquí, que estipula que “cualquier persona conocida por su afiliación al islam y que rompa el ayuno en Ramadán públicamente, será castigada con hasta seis meses de prisión y una multa”;
una disposición legal considerada contraria a las normas internacionales en materia de libertades individuales, como lo han recordado con insistencia las organizaciones de defensa de los derechos humanos:

El artículo 222 del código penal, y las leyes que se meten en las convicciones personales de los individuos son abusivas […] La práctica religiosa se basa en la convicción y nadie tiene el derecho de imponer una convicción a cualquier persona por la fuerza. No solo es contrario a los derechos humanos, sino también a la religión musulmana”, había declarado Khadija Rouissi, de la asociación Bayt Al-Hikma.

Por otra parte, abogados estrellas como el decano del Colegio de Abogados Abderrahim Jamaï que había asumido la defensa de los miembros del Mali, recuerdan que este artículo no puede servir de base jurídica a un procesamiento porque al final, las personas acusadas no han roto el ayuno públicamente. No se les puede condenar por un supuesto delito de intención.

Como telón de fondo, estos propósitos se unen al predominante concepto de “laicidad escondida”.“Otra vez nos enfrentamos a una decisión arbitraria, porque la supuesta infracción no ha sido cometida”, defendió el abogado, añadiendo que el asedio y la privación de movimiento impuesta al grupo en Mohammedia “simplemente violan las disposiciones básicas de la ley”.

Fue más lejos afirmando que “la activación de asociaciones religiosas como la instancia de los ulemas de la ciudad, la movilización política de los partidos conservadores y las diatribas de la prensa llevan a una verdadera llamada al linchamiento y a una forma peligrosa de excomunión”.

Una acción odiosa que desafía la enseñanza de Dios”

El consejo de ulemas (teólogos oficiales) de Mohammedia había denunciado “con fuerza esta acción odiosa que desafía la enseñanza de Dios y del Profeta, y que merece una sanción ejemplar”.

Más allá de los debates jurídicos, el asunto había realzado una realidad mucho más importante: la inadecuación de los textos de la ley a una realidad social en plena efervescencia, que se enfrenta a la globalización de las costumbres y de las ideas. Si el islam es la religión del Estado, la cuestión de la libertad de culto que garantiza la Constitución se encuentra en fase de acoso y derribo.

“Hay un problema de clarificación sobre este punto”, explica el abogado Jamaï. “La libertad de culto de la que se vale el Movimiento alternativo corresponde a una concepción evidente del derecho al libre albedrío. Pero, en política, la religión de Estado anula el derecho a la autodeterminación personal, lo cual es contrario a las libertades fundamentales”.

Y al día siguiente, ¡querrán salir desnudos a la calle!”

Ahí donde el debate es necesario y la reflexión tendría que estar admitida, lo prohibido sale a la calle en nombre de la noción imprecisa de “comunidad” y de “mayoría aplastante”, términos con los que se defienden los islamistas o los conservadores. Como los propósitos ofensivos de Mustafá Ramid del Partido por la Justicia y el Desarrollo (PJD), que no dudará en relegar  únicamente al espacio privado y cerrado el derecho de cada uno a no cumplir con los preceptos religiosos y a disponer de su propio cuerpo:

“No podemos aceptar que los musulmanes rompan el ayuno públicamente. El legislador no puede pasar de los sentimientos de los 99.99% de marroquíes a favor del 0.01% de personas que desean poder comer de forma abierta”.

Lo prohibido sale a la calle en nombre de la noción imprecisa de "comunidad" y de "mayoría aplastante".Ramid rechaza las razones que motivan a los miembros del Mali para insistir en comer públicamente, señalando que “nada les impide hacerlo de forma secreta, en sitios privados donde el individuo es dueño de sí mismo, contrariamente a los espacios públicos donde reina la sociedad”. Para él, vincular la cuestión de la prohibición de des-ayunar a las libertades individuales “abriría la puerta a debates sobre la libertad de disponer de su cuerpo, y así a la despenalización de la homosexualidad […] Si seguimos así, al día siguiente querrán salir desnudos por la calle!”.

No solo los islamistas piensan asi. Según una encuesta reciente sobre “El islam en el día a día”, el 60% de los marroquíes piensan que se le debe castigar a un des-ayunador hasta que retome “el camino recto”. Cerca del 82.7% de los encuestados noestán de acuerdo con que cafés y restaurantes abran de día durante el mes sagrado.

“Desde este punto de vista, la oración, que al igual que el ayuno es uno de los pilares del islam, podría de facto convertirse en una obligación social”, replica un activista del Movimiento. Una coherencia de la que se vale también el régimen de los mulás en Irán o los defensores de la aplicación rigorista de la charia, la ley islámica.

“¿Quién prohíbe a cualquiera ir a McDonald’s o Pizza Hut? Todas esas franquicias internacionales de comida rápida están abiertas. En los hoteles, se les atiende a los turistas incluso cuando piden alcohol, entonces por qué provocar a la gente de forma gratuita?", dice un funcionario, iracundo.

Como telón de fondo, estos propósitos se unen al concepto de “laicidad escondida” que prevalece en Marruecos. Es el caso de la tolerancia del consumo de alcohol por los musulmanes. Para los laicos, la posición de los poderes públicos está marcada por la cobardía y la hipocresía.

“Soñamos con un Marruecos tolerante, libre y plural”

Para Zineb El Rhazoui, “el islam existe desde hace siglos y no necesita a los islamistas para que lo defiendan”, y añade:

Para los laicos, la posición de los poderes públicos está marcada por la cobardía y la hipocresía.“No se tambaleará porque haya personas que elijan, por razones personales, no cumplir con una prescripción religiosa. Si permitimos a las fuerzas del oscurantismo reinar en nuestra sociedad, cada mujer sin pañuelo, cada persona que no reza o que bebe alcohol tendrá que temer las represalias de los radicales. Nadie está protegido de la acción de un fanático, pero esto no debe impedirnos expresarnos de forma libre y de militar por el Marruecos con el que soñamos: un Marruecos tolerante, libre y plural.”

“En todas las épocas el islam se proclamó como una religión sin coacciones (“dîn yousr”)”, recalca El Rhazoui.

“Las prescripciones religiosas existen, se pide a los fieles que hagan lo mejor que puedan para respetarlas. Sin embargo, nadie puede juzgar la adhesión de los demás a una regla religiosa, y menos todavía obligarles a obedecerle; es contrario a la religión musulmana que aboga por una relación directa con Dios, sin intermediario”.

Un dogma insoluble en la modernidad

En una entrevista dada al diario francés Libération, el islamólogo laico Abdelwahab Meddeb da la voz de alarma en cuanto a la práctica del ayuno durante el mes de ramadán. Según él, en varias sociedades, y sobre todo en Marruecos, el ayuno tiene tendencia a convertirse en un fenómeno social más que un ejercicio espiritual.

Los miembros del Mali se adhieren a este punto de vista: “Nosotros pensamos que cada uno debe tener la libertad de practicar la religión según le dicte su propia conciencia. Los que desean ayunar deben poder hacerlo sin molestias, estén donde estén en el mundo. Lo que denunciamos es la estigmatización de los des-ayunadores y su penalización por la ley. Durante nuestro evento, había ayunadores entre No es casualidad si los miembros fundadores del Mali son la vanguardia del Movimiento del 20 de febreronosotros, que apoyaban el derecho de los des-ayunadores a existir libremente, sin hipocresía”, argumenta El Rhazoui.

La cuestión supera también el marco del debate sobre las libertades individuales, zócalo esencial de la modernidad de una sociedad. Interpela sobre los fundamentos del contrato social con la monarquía que saca evidentemente su legitimación principal de la noción de Comandante de los Creyentes. Si este vinculo está muy aceptado, no lo es solo en su lectura cultural, simbólica o de identidad.

La santidad, tal como la define la Constitución marroquí, impone un dogma que el régimen no puede sintetizar con la modernidad sin grandes dificultades. Un hecho establecido que rezuma en las relaciones caóticas del poder con la prensa, las ONGs y la franja progresista de la sociedad civil que lleva años luchando con las líneas rojas impuestas por los religiosos.

Los reformadores comparados con infieles

Para el predicador Abdelbari Zemzi, “el lema del reino es “Dios, la Patria, el Rey”; por eso hay que respetar la religión musulmana. Debatir sobre una libertad individual que no respete el islam abre la puerta a la falta de respeto a la patria y la institución monárquica (…) Los que quieren des-ayunar públicamente violan la sacralidad del ramadán, hieren los sentimientos de los musulmanes, por lo tanto se les debe castigar conforme a las leyes en vigor”.

La nueva Constitución marroquí adoptada este verano no ha cambiado este dogma para nada. Al contrario, la institución de los ulemas, guardias de la fe, ha sigo erigida en clero, el rey permanece como Comandante de los Creyentes y el islam como la religión de Estado. No es casualidad si los miembros fundadores del Mali son la vanguardia del Movimiento del 20 de febrero, llamando de esta forma a la instauración de un Estado laico en Marruecos.

Por otra parte, la propaganda oficial manipuló ampliamente una opinión pública hinchada de religiosidad, insinuando que los manifestantes de febrero estaban occidentalizados, necesariamente ateos y que su consigna en contra del referéndum para la adopción de una nueva Constitucion (“Mamsawtinch!”) (¡No votaremos!), le seguiría durante el mes de ramadán el “Masayminch!” (“¡No ayunaremos!”). Una forma retorcida de asimilar los reformadores a infieles para desacreditarles.