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Iriarte
Ilya U. Topper / Blanca L. Arangüena
[Estambul · Ene 2011]
Turquía reportaje 

Sexo y censura


Vaqueros chorro arena La actual persecución a la pornografía en Turquía intenta poner frenos al país que fue la meca del cine erótico en los años 70.

¿Te gusta el plátano? El vendedor de sandías. Cinturón de castidad o Ali el futbolista biónico fueron algunas de la película más taquilleras de Turquía en los años 70. Hace 40 años Turquía era la meca del cine erótico. Cientos de sugerentes pins-up turcas como Sayar Leyla o Suzan Avci y de playboys repeinados atestaban la gran pantalla turca.

Era la época de Yesilçam ―El pino verde en turco, nombre de una calle céntrica de Estambul repleta de estudios, que dio nombre  a toda una industria cinematográfica― que empezó en los años 60 y duró hasta el golpe de Estado de 1980. Una época en la que cerca del 70% de las películas producidas tenían contenido erótico.

Turquía es el segundo mayor consumidor de porno del mundo, después de Japón, y según un documental emitido en Canal D, el 20 % de los turcos declaran que entran en internet exclusivamente para ver páginas ‘para adultos’. Son cifras extraoficiales ya que la actitud del gobierno es restrictiva a este respecto.

"Desde el golpe de estado de 1980, las cosas han cambiado. Muchos artistas e intelectuales fueron perseguidos y el cine, como el resto de las artes, se vio afectado por la estricta censura del régimen militar y la ideología islamo-nacionalista", explica Ahmet Güney, estudiante de cine en la universidad de Bilgi, en Estambul.

Precisamente esta universidad se vio en el ojo del huracán hace un mes al aceptar como trabajo de fin de carrera el proyecto de un video pornográfico rodado en sus instalaciones. El alumno, Deniz Özgün, fue suspendido y su profesor de tesis, Ihsan Derman, apartado de su puesto, al igual que dos profesores asistentes, Ali Peksen y Ahmet Atif Akin, que formaban parte del equipo de evaluación. La universidad anunció que iba a tomar “medidas legales” y cerró los espacios que habían servido para rodar y editar el filme.

"Es irónico que ocurra esto en una universidad que fue financiada a partir del dinero obtenido en una línea caliente en las años noventa" apostilla, indignado, Ahmet Güney. Cartel Yesilcam sokagiEl objetivo de Özgün, según declaró a la prensa turca, era "probar la tolerancia académica".

Hay que ampliar ésta, opina un grupo de licenciados y ex trabajadores del departamento de Comunicación Visual. En un manifiesto en internet denuncian la “censura” ejercida por el rectorado, pero critican igualmente el tratamiento de ‘escándalo’ que los medios de comunicación turcos dieron al caso. La página reunió casi 2.000 firmas en tres días.

De momento, el estudiante Özgün y la actriz protagonista del filme, Elif Safak Urucu, se han convertido en pequeñas celebridades. Elif, de 23 años, es una ex estudiante de la misma universidad que luce varios llamativos tatuajes. En su página en Facebook recibe muchos mensajes de apoyo, pero la mayoría de los periódicos turcos sólo la nombran con sus iniciales y pixelizan su cara en las imágenes.

Hay motivo: la distribución de “imágenes o palabras obscenas” está penalizada en Turquía con penas de prisión de entre seis meses y tres años, excepto si se trata de obras de “valor artístico o científico”.

Cárcel por Apollinaire

Aunque no parece haber condenas recientes, la Fiscalía sí ha acusado a un editor turco, Irfan Sanci, por publicar una traducción del autor francés Apollinaire en su colección  de literatura erótica. Pidió nueve años de cárcel ―tres por cada uno de los libros publicados hasta ese momento― y seis para el traductor. Eso sí, tras meses de deliberaciones, el juez se convenció de que se trataba de todo un clásico y los absolvió.

Poco antes, Sanci había recibido el Premio Especial de la Asociación Internacional de Editores (IPA). "Hasta ahora, Apollinaire no era literatura en Turquía, era pornografía", explica Sanci, que incluyó Las aventuras de un joven don Juan en su colección. En ella están además el KamasutraLa historia de mis pechos, de Monique Ayoun, también escrutados por el juez.

Sanci llegó al mundo editorial al cerrar el periódico de izquierdas en el que trabajó hasta finales de los ochenta.Irfan Sanci "Ser periodista en aquellos años no era el oficio más seguro. Muchos de mis compañeros desaparecieron durante el golpe militar de 1980 y en los años posteriores, pero ¿qué le voy hacer? Tengo dos pasiones: llevar la contraria y la literatura erótica". Se corrige: “El erotismo". En sus 20 años como editor ha estado cuatro veces a punto de entrar en prisión, todas ellas por editar libros con contenido lascivo.

Sanci publica erotismo porque le gusta. Nadie puede echarle en cara que intente lucrarse con ello: los libros no se venden y los juicios dan mala prensa a su editorial, hasta tal punto que han tenido que diseñar unas portadas anodinas para que las librerías accedan a vender su serie erótica. "La represión del golpe de Estado fue brutal, se quemaron libros y castigaron a los que los tenían. Eso dejó una huella terrible. Si un libro es sospechoso, no se compra", dice mientras muestra la sobria carátula azul de Coños, de Juan Manuel de Prada, que también está incluido en la colección erótica.

"Tristemente, nuestra sociedad ya no sabe de sexualidad ni de juegos previos. ¿Qué va a saber de erotismo?" Irfan Sanci añora los tiempos otomanos: “En el siglo XVII y XVIII sí hubo literatura erótica. Especialmente en Anatolia”, recuerda. “Es más: si publicáramos aquellos textos hoy, podríamos esperar una enorme agresión, porque esos textos son bastante más explícitos que los libros que publicamos”. Sólo se ha atrevido con un clásico: ‘El libro de los chicos guapos’, de Enderunlu Fazil (1759-1810).

Pero no le importaría revivir la tradición. Su editorial publicó un llamamiento en su web para recibir manuscritos originales y entre los recibidos seleccionó ‘El péndulo del hada’, de Ben Mila, una joven escritora turca que no se atreve a revelar su nombre auténtico, porque teme arruinar su carrera. 

Un panorama muy diferente al de los setenta, cuando directos de cine erótico podían llegar hasta a Cannes. Como Serif Gören, que recibió la Palma de Oro por su película Yol (Camino) sobre las secuelas del golpe de Estado de 1980. Carte de Ah deme oh deEn 1976 había estrenado Soförü Taksi (El conductor del taxi), en la que se mezclan las imágenes de un coche derrapando con primeros planos de una pareja practicando sexo.

Y es que la industria de Yesilçam no sólo daba buenos ingresos sino que atraía a actores y directores famosos. Atrás quedaron las comedias románticas con algún toque picante o de ‘remakes’ de Hollywood, como Los Tres Gigantes (3 Dev Adam), la única película donde Spiderman es un villano. La salas de proyección se vieron amenazadas por la creación del canal estatal de televisión, TRT y urgía una nueva idea para llevar al público, sobre todo a los hombres, de vuelta al cine.

Besos lésbicos

Así surge el tsunami del porno o Yesilçam Seks Furyasi (La orgía del pino verde). Una escuela que produjo el primer largometraje exclusivamente pornográfico pero que también dio al mundo películas como Dünyayi Kurtaran Adán (El hombre que salvó el mundo)  también conocido como la ‘Guerra de las Galaxias turca’ y considerada como "una de las peores películas de todos los tiempos".

En muchas de las escenas picantes, las mujeres son víctimas de violaciones, secuestros o robos. Pero otras presentan a una mujer que da buena cuenta de sus deseos acompañada de galanes visiblemente obsesionados con la práctica del cunnilingus. Incluso tan solo un año después de que Hollywood mostrara su primera escena lésbica en Walk on the Wild Side de Edward Dmytryk, en 1963 veía la luz Ilki Gemi Yanyana (Los dos lados del primer buque), en donde dos mujeres se besan abiertamente delante de las cámaras.

La represión también echó el cierre a las salas de proyecciones y el número de películas eróticas, que el año anterior al golpe habían alcanzado la cifra de 131 ―de un total de 193― se redujo dramáticamente. Desde entonces, ningún gobierno se ha atrevido a abrir la mano. Y desde la llegada del partido islamista moderado AKP al poder en 2002, la legislación contra la pornografía ha sido reforzada. La Dirección General de Protección de la Infancia vigila ahora que la moral se respete, lo que ha llevado a bloquear el acceso miles de páginas de internet y a mirar con lupa el trabajo de los artistas y escritores turcos.

Las nuevas tecnologías y la actual tesitura han relegado el cine erótico a un lugar secundario. Sin embargo, la gran pantalla turca ha evolucionado hacia un cine más profesional, comprometido con los viejos tabús sociales de los que ahora se empieza a hablar: el conflicto kurdo, la matanza armenia o la homosexualidad. Es la evolución de una sociedad en plena efervescencia que la polémica artistas como Sukran Moral define así: "Turquía es un país en constante desarrollo, lleno de vitalidad. Es como un río que crece cada día y nadie, aunque quiera, puede ponerle puertas".