Apóyanos

Publicidad
Cuentos Populares Bereberes Defensa Siciliana El caos que viene

Martínez
Ilya U. Topper / Fran Martínez
[Estambul · Ago 2010]
Turquía reportaje 

Risas contra los tabúes


Revistas satíricas, TurquiaLa lectura de revistas satíricas es un fenómeno muy extendido entre la joven población turca y cuenta con una larga tradición que viene desde el Imperio Otomano.

“Me ha salido bigote” se asusta una señora con espejo de mano. Es la portada del semanario turco Uykusuz, y es humor político puro: el bigote, bien recortado, es la seña de identidad de los simpatizantes del AKP, en un afán por parecerse al primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Entre los hombres, claro. Pero la moda se extiende de tal manera...

Uykusuz (Insomnio) es una de las revistas de humor más leídas de Turquía: difunde unas 50.000 ejemplares semanales, al igual que LeMan, otro semanario satírico. La palma se la lleva Penguen (Pingüino), con 70.000 ejemplares. Contando las revistas gráficas mensuales, en la actualidad existen unas 20 publicaciones satíricas en Turquía.

El humor mueve toda una industria editorial: las revistas se encuentran en muchos kioscos y la más veterana, Penguen, fundada en 2002, emplea a unas 40 personas, entre dibujantes, técnidos, empleados de la oficina y almacén...

“Las publicaciones humorísticas turcas son el espacio más libre y efectivo para el levantamiento de los tabúes en Turquía”, asegura la periodista Fazila Mat. ¿Por qué? “Yo tengo una teoría freudiana al respecto: la importancia del humor turco viene de su capacidad de transformar la pena en placer. A diferencia del mundo occidental, en nuestra sociedad coexisten muchas realidades y el humor es la mejor forma de afrontarlas sin morir en el intento”, concluye.

Conclusión que corrobora Metin Üstündağ, director de la revista Penguen. “El humor no sólo ayuda a romper los tabúes, sino que además es un factor de cohesión en la población”, opina. “El humor es por naturaleza crítico con el poder. Un humorista puede expresar todo lo que desea. Musa Kart: ErdoganPorque tiene un lenguaje hecho a las metáforas, las expresiones figuradas, la imaginería y los símiles. No necesitamos dibujar algo tal cual es: la idea se entiende aunque sólo sea implícita”.

Denuncias

No todos entienden la broma. Penguen ha sido demandada varias veces en los tribunales. “Siempre hemos tenido casos menores de denuncia”, admite Üstündağ en entrevista con MediterráneoSur, “pero la que más ruido trajo fue la de Erdogan”.

Y eso que el caso les cayó de rebote: el primer ministro había denunciado al caricaturista Musa Kart, del diario Cumhuriyet, por dibujar a Erdogan en forma de un gato que se está enredando desesperadamente en un ovillo de lana (metáfora de las escuelas coránicas fomentadas por el gobierno). Como respuesta, Penguen publicó una portada en la que, bajo el títular “El mundo de Tayyip”, el primer ministro aparecía en forma de camello, serpiente, rana, pato y elefante. “Lo hicimos como reflexión, para defender a nuestro amigo, nuestro trabajo y nuestra libertad”, recuerda el director.

Erdogan devolvió el golpe y denunció el semanario. “Exigió unos 2.600 euros por cada uno de los animales lo que, todo junto, era bastante dinero”, recuerda Üstündağ. “Si hubiera ganado el juicio, lo habríamos pasado bastante mal. Afortunadamente perdió y eso nos ha devuelto a los humoristas la libertad de dibujar y escribir. En el juicio recibimos mucho apoyo tanto de los medios de comunicación como de nuestros lectores”.

Ya nadie va a la cárcel

A Üstündağ no le parece preocupar pasar por el banquillo. “Siempre hemos tenido denuncias menores, pero las sumas no son tan altas. Como humoristas turcos consideramos que hemos hecho un trabajo satisfactorio sólo cuando nos denuncian...” Antes, los humoristas iban a la cárcel pero hace tiempo que no hay condenas, añade.

El humor irreverente y político tiene una larga tradición en Turquía, tal y como expone la periodista turca Fazıla Mat en un reportaje del Osservatorio Balcano e Caucaso. La primera publicación satírica apareció en Constantinopla ya en el siglo XIX inspirada por dibujantes franceses e ingleses contemporáneos. A partir de 1870, Diojen (Diógenes) se encargó por primera vez de difundir en papel la vasta tradición oral humorística otomana, recogiendo además cuestiones políticas, morales y religiosas de esta sociedad multiétnica. Sus fundadores Teodor Kasap y Namik Kemal marcaron la senda a seguir en las décadas siguientes, especialmente entre 1908 y 1914, cuando las publicaciones se multiplicaron, al ser restituida la libertad de expresión.

Tras la primera guerra mundial y la proclamación de la república turca, los caricaturistas siguieron la doctrina política de ruptura con el pasado otomano, enfatizaron “lo turco” y dejaron a un lado la política y la crítica social. No obstante, en 1946, ocho años después de la muerte de Atatürk, apareció la revista Marko Paşa del famoso escritor humorístico turco Aziz Nesin.  Metin ÜstündagServiría de voz a los movimientos de la izquierda, pero fue prohibido reiteradamente, sólo para reaparecer, como como un gato, con otras vidas: Merhum Paşa, Malum Paşa o Bizim Paşa, explica Fazıla Mat.

La gran revolución de la risa llegaría en los tumultuosos años 70, con la aparición del semanario Girgir. Una publicación satírica que logró vender 600.000 ejemplares semanales y que fue prohibida tras el golpe militar de 1980.

Girgir, aunque la mayor parte del tiempo apolítica,sentó las bases del nuevo humor turco y sirvió de escuela a los nuevos caricaturistas, que pronto crearon nuevas revistas como la izquierdista Limón, en los ochenta. De la misma tradición nace, en 2002, Penguen. “Era divertido”, se acuerda Üstündağ: “Cuando sacamos el primer número estaba nevando y teníamos que llevar el inmenso disco duro a la imprenta porque se nos había olvidado comprar cd’s vírgenes...”

Todas las revistas se reconocen en el modelo de Girgir, conocida por trabajar siempre a contrarreloj: Los dibujantes se reunían los lunes por la mañana y decidían primero los contenidos, después los dibujos. Esa misma tarde se empezaba a trabajar y lo hacían durante día y medio sin parar, ya que el martes por la noche debían estar en la imprenta para que pudieran ser vendidos al día siguiente.

Otra característica particular de las publicaciones humorísticas turcas es la perpetuación de la antigua tradición maestro-aprendiz, lo que permite una grancercanía entre los artistas y el público, además de crear escuela y transmitir los conocimientos de generación en generación.

”Tenemos siempre las puertas abiertas a todo joven que quiera empezar como dibujante.También solemos darles una página entera para que se vean publicados. Revista PenguenEs importante para nosotros, yo mismo empecé así”, constata el caricaturista Behiç Pec de LeMan, citado en La Vanguardia. De esta forma, un día a la semana conocido como el ’Día del amateur’, donde las redacciones se abren a chavales jóvenes para que estos consulten dudas y puedan mostrar sus trabajos a los dibujantes consagrados.

En la redacción de Penguen hay mucha interacción entre los autores y  portada y sección de actualidad se producen de forma conjunta, pero en lo demás, cada autor es fiel a su estilo y temas. Se puede dibujar lo que se quiere, asegura Üstündağ.

La religión no es coto vedado. ”Hacemos mucho humor sobre la relación entre el ’hoca’ (imán, maestro coránico) y los vecinos. También criticamos las cosas raras que se intentan hacer en el nombre de la religión. De todas formas, el islam de Anatolia es muy indulgente, a diferencia del islam estricto de los árabes. Los musulmanes árabes temen a Dios, los anatolios lo aman”, reflexiona el dibujante.

Pero hay limites: ”Los humoristas tenemos una constitución no escrita: nunca te metas con la esfera privada de nadie, ni con sus valores sagrados. Nos metemos con quienes quieren convertir la religión en un instrumento al servicio de sus intereses”.  En conjunto, concluye, ”ya no quedan tabúes: hablamos de kurdos, de militaristas, del velo, de sexo... ”

¿No quedan tabúes? Discrepa el diseñador gráfico Murat Demiroğlu. ”Ningún humorista puede hacer un dibujo contra Atatürk ni criticar el nacionalismo o el patriotismo turco como tal. Son temas tan tabú que la gente prefiere no señalarlos siquiera como tabúes”. Aun así, el espacio de libertad concedida a la risa y la crítica en Turquía es evidentemente más ancho que en la mayoría de los países al sur del Mediterráneo.

Leer más:
Los zombis de Estambul. Muestras del trabajo de 5 jóvenes dibujantes turcos.
La otra pasión turca. Reseña del libro Istanbul Zombi 2066.