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Ediciones Oriente y Mediterraneo

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Topper
Ilya U. Topper
[Estambul · Oct 2011]
Turquía  reportaje 

El golpe preventivo del PKK


Control militar en HakkariEl asalto del PKK a varios puestos militares y policiales en la provincia turca de Hakkari, el más grave en 19 años, puede ser una estrategia para llevar la guerra a su terreno.

Es el ataque más mortífero de la guerrilla kurda en dos décadas y el tercero más grave de la Historia del PKK, desde que empezó la lucha armada en los años ochenta. Con 26 soldados y policías muertos ―la cifra puede aún aumentar y la agencia prokurda Firat habla incluso de medio centenar― se sitúa muy cerca de los peores ataques de 1992, año particularmente sangriento.

Fue una operación guerrillera clásica: varios asaltos sincronizadas a partir de la una de la madrugada a cuarteles de ejército y gendarmería en la zona de Çukurca, un pueblo de montaña a pocos centenares de metros de la frontera iraquí. Morteros y metralletas. Al amanecer, los atacantes huyeron a Iraq, perseguidos por unidades del ejército, que se están adentrando en el país vecino.

“No ha venido como sorpresa para nadie” cree Zekine Türkeri, periodista kurda. El ataque tuvo lugar en Hakkari, feudo del nacionalismo kurdo, donde los candidatos del partido prokurdo BDP alcanzaron el 82% de los votos en las elecciones de junio pasado. “Gran parte de sus votantes en realidad quiere votar al PKK” cree la periodista. “Y ahora le piden que actúe”.

Y es que la población de Hakkari siente que vive en un lugar que el Estado considera territorio enemigo. Nada mejor para ilustrarlo que la visita del presidente, Abdullah Gül, el sábado pasado: fue un viaje sorpresa, sin anunciar, “lo que demuestra que tiene miedo”, en palabras de Türkeri. Con cierto motivo: algunos de los puestos militares que visitó sufrieron ayer asaltos del PKK. Gül únicamente se reunía con las tropas destacadas en Hakkari, no con la población civil. Como si de un territorio ocupado se tratara.

El golpe del PKK tiene dos efectos: por una parte es una demostración de fuerza de la guerrilla, que obviamente no ha sufrido demasiado por los ataques aéreos que las Fuerzas Aéreas turcas lanzaron en agosto y septiembre. Por otra parte, recupera las clásicas tácticas de combatientes, que le han dado al PKK un estatus de héroes en gran parte de la población kurda. Este prestigio, del que gozan “nuestros hermanos en las montañas” entre el pueblo llano, ha sido uno de los elementos que socavan las tímidas iniciativas de pacificación: Montañas de Çukurcaa cada señal de que la sociedad kurda sigue admirando a los “terroristas”, los sectores nacionalistas turcos exigen más mano dura contra todo lo que huela a kurdo.

Y precisamente ese estátus estaba peligrando tras la última cadena de atentados del PKK, que arrancó en agosto: hubo demasiados “daños colaterales”. Primero fue un asalto con metralletas contra un coche aparcado ante una comisaría...pero dentro no se hallaban agentes sino cuatro mujeres camino de una boda. A los pocos días, un tiroteo con la policía en plena calle dejó a otras dos civiles muertas. Y este martes, una bomba colocada en una carretera de Bitlis y activada a distancia ―una táctica clásica del PKK― no sólo mató a cinco policías sino también a tres civiles que viajaban en un coche a poca distancia del vehículo de la policia. Entre ellos, una niña de dos años. A eso se añadían los secuestros de una decena larga de profesores de primaria en los pueblos kurdos.

Por primera vez en años, y aunque el PKK sigue rechazando toda relación con atentados de bomba como el de septiembre en Ankara, que dejó cinco muertos, la palabra “terrorista” empezó a aparecer de nuevo como correcta para describir la guerrilla. Y podía ser una señal de debilidad: si la consigna era el “todo vale, sin reparar en consecuencias”, es que el PKK ya no tenía, aparentemente, capacidad para enfrentarse a campo abierto contra el ejército.

Kurdos contra el PKK

El síntoma de esta ruptura fue una iniciativa lanzada en internet a finales de septiembre por cuatro jóvenes activistas kurdos, que llevan años denunciando la represión estatal en la sociedad kurda. Bajo el lema: “Guerrillero: no mates por mí, no mueras por mí”, recoge firmas a favor del fin de la violencia y critica con ácidas palabras la total inutilidad de los atentados del PKK para aumentar los derechos civiles de la población kurda.

Secuestros de profesores

Ser maestro no es fácil en el sureste de Turquía. La última semana de septiembre, el PKK secuestró a 12 profesores en diferentes aldeas kurdas, tanto parando a minibuses en la carretera como buscándolos en sus casas

¿Por qué precisamente profesores? Son “los representantes del Estado en las zonas rurales: el maestro es una figura muy importante en la aldea”, explica un local. Y precisamente de la faceta más odiada del Estado: la enseñanza obligatoria, exclusivamente en turco, un idioma que nadie habla en estos pueblo, y que viene impuesto a través de un modelo de enseñanza que glorifica la nación turca.

Aunque el uso del idioma kurdo en público ya no está perseguido, su uso en la enseñanza primaria sigue siendo un tabú para el Estado. Pero la táctica de los secuestros del PKK va más allá: desde julio, la guerrilla ha secuestrado a otras 14 personas, entre obreros de presas, ingenieros, técnicos de telefonía...

En los años ochenta y noventa, el PKK secuestró a más de 200 profesores; la mayoría fue asesinado. Ahora, la mayoría de los secuestrados han sido liberados tras pocas semanas de cautiverio.

A la vez, la prensa difundía los éxitos del ejército: el 11 de octubre se filtraron datos de un sostenido ataque militar apoyado con helicópteros contra la “fortaleza de Kavakli”, un refugio subterráneo casi inexpugnable del PKK a sólo 30 kilómetros de Hakkari, que habría sido tomado tras dos días de asedio. Curiosamente nunca se dieron cifras de muertos de la operación, aunque es inverosímil que nadie muriera en los combates... si éstos tuvieron lugar.

El golpe iba a suponer el principio del fin de la hegemonía del PKK en la provincia de Hakkari, donde campaba a sus anchas. Tanto que según los testimonios de un soldado que se escapó del cautiverio, la guerrilla no tenía necesidad de llevar a los prisioneros y secuestrados a territorio iraquí: bastaba con moverlos por los montes de la región.

Se intuía que faltaba poco para el próximo gran golpe del Ejército turco: una nueva invasión del norte de Irak para llegar al corazón de la guerrilla: sus refugios en las montañas Kandil, en el noreste del Kurdistán iraquí autónomo, cerca de la frontera iraní. El martes, la agencia Dogan informó de que el gobierno autónomo kurdo había empezado a evacuar los civiles de cinco aldeas de esta región para asentarlos en cuatro campos de refugiados, que se están construyendo para 624 personas, a un coste de 30 millones de euros. La evacuación sólo puede tener un fin: aislar al PKK de la población local y permitir una invasión militar en toda regla sin víctimas civiles.

La acción viene pocos días después de la visita del ministro de Exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, a Ankara, durante la que éste confirmó a su homólogo turco, Ahmet Davutoglu que “la presencia de elemntos del PKK en las montañs es contraria a la Constitución iraquí” y que era una situación “inaceptable”. Y la visita sorpresa del presidente turco, Abdullah Gül, a las tropas en Hakkari el fin de de semana pasado pudo bien ser un gesto para insuflar ánimo a los soldados ante una gran operación.

En este contexto, el asalto mortífero del PKK al ejército turco parece una especie de “golpe preventivo” para desmoralizar las tropas y mostrar que una invasión puede tener un alto coste en vidas. Pero probablemente sólo agudizará el conflicto. Montañas de ÇukurcaNo sólo todos los comandantes del Ejército se han desplazado de inmediato a Hakkari, también el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, ha cancelado un viaje a Kazajistán, en un claro gesto de que el problema kurdo sube a primera prioridad de la nación.

Las declaraciones de Erdogan y Gül hacen intuir un futuro sombrío: el presidente, habitualmente conciliador, prometió “una gran venganza” y advirtió que “quienes nos hacen sufrir, sufrirán igualmente”. Erdogan extendió la amenaza a gran parte de la sociedad kurda: “Quienquiera que ofrezca a los terroristas un apoyo abierto o implícito, quienquiera que sea tolerante con el terror o se despreocupe de los ataques inhumanos, sentirá en su nuca el aliento del Estado de Turquía”, prometió.

Numerosos periodistas y cargos electos del BDP ya llevan tiempo sintiendo ese aliento en la nuca. En los últimos seis meses, más de 4.000 personas han sido arrestadas y otras 1.500 fueron formalmente detenidas por acusaciones relacionadas con el activismo kurdo, según el BDP. Diez alcaldes siguen en la cárcel así como otros 40 cargos electos del partido. “Y esta represión se duplicará ahora” teme Zekine Türkeri. “Hay muchos pueblos que no tienen ni alcalde, porque está en prisión. Probablemente, el de Hakkari será el próximo en caer.Y en la prensa turca apenas salen noticias de eso. Así, mucha gente aplaude al PKK, porque cree que es la única manera de que se hable de ellos. Es una espiral de reacciones violentas que no lleva a ninguna parte. Un callejón sin salida”.

La primera víctima será el BDP, cuyos 30 diputados dieron hace poco el paso de jurar la Constitución, tras meses de un boicot parlamentario infructuoso. “En el clima actual será difícil que los demás les dejen hablar”, teme la periodista. Pero el BDP no puede condenar rotundamente los ataques del PKK si no quiere romper con sus bases. Ayer se limitó a expresar “un dolor indescriptible” por “las muertes que han desgarrado el país” y pidió “al PKK y al gobierno que pongan inmediatamente fin a esta guerra”.

Quien gana es el nacionalismo turco ―el partido MHP ya ha pedido reinstaurar la ley de emergencia en las zonas kurdas― y muy probablemente el PKK: consigue atraer la guerra a sus montañas, la clásica guerra de tanques, lanzagranadas, morteros y tiroteos, volverá a sacar lustre a su mancillado honor guerrillero. Puede que el ataque del miércoles fuera, ante todo, una trampa.