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Ortiz
Beatriz Ortiz
[Bucarest · Ene 2006]
Rumanía  reportaje 

El delta del Danubio, amenazado


Pescadores delta Danubio La gripe aviar es sólo uno de los peligros que se ciernen sobre el estuario del Danubio. Los pueblos van perdiendo habitantes ante la falta de perspectivas y la construcción de canales, los vertidos contaminantes y un tipo de turismo poco ecológico ponen en peligro los ecosistemas.

El delta del Danubio es el sueño de cualquier naturalista. Con una superficie de 5.640 kilómetros cuadrados —el 80% territorio rumano, el resto ucraniano— constituye el área más extensa de juncos de toda Europa y en invierno alberga medio millón de gansos salvajes, la mayor congregación de pelícanos de Europa y otras 300 especies de aves, además de 75 especies de peces de agua dulce. Por todo ello, la UNESCO clasificó esta zona como Reserva de la Biósfera en 1991.

Habitualmente considerado uno de los secretos mejor guardados de Europa del Este, este inmenso estuario saltó a las páginas de actualidad en otoño pasado, cuando se convirtió en el primer foco de gripe aviar en el continente europeo. En octubre, varias aves domésticas y salvajes morían a consecuencia del virus, identificado como la cepa H5N1, susceptible de infectar a humanos. Tras el resurgir de la enfermedad en Turquía —separada de Rumanía sólo por las aguas del Mar Negro— el delta del Danubio vuelve a estar en el punto de mira.

Pero el virus de la gripe aviar es sólo una de las muchas amenazas que se ciernen sobre esta inmensa área. Menos espectacular que los casos de aves infectadas pero quizás más grave es la contaminación de la zona y la  creciente degradación de la calidad de vida de la gente que habita el estuario.

El Danubio, el mayor río de Europa después del Volga, atraviesa Rumanía a lo largo de más de mil kilómetros para dividirse en tres brazos cerca de Tulcea, la última ciudad a la que se puede llegar en transporte terrestre; obreros en el delta del Danubioa partir de ahí sólo es posible utilizar los barcos para acceder a las poblaciones que se sitúan en las tres ramas del delta.

Esta zona de Rumania se considera un territorio silvestre e inexplorado, pero los seres humanos habitan allí desde hace siglos. Desde hace más de cinco mil años pequeñas comunidades conviven en total armonía con el ecosistema del estuario. Aldeas en las que las únicas vías de acceso son los propios canales creados por el río y donde todas las carreteras son de tierra o formadas por la arena proveniente de las playas vírgenes que unen al Danubio con el Mar Negro, un refugio natural.

Actualmente la gran mayoría de los habitantes son lipovanos, una etnia de origen ruso que puebla el delta del Danubio, tanto en la provincia de Tulcea, en Rumania, como en el lado de Ucrania. Llegaron a estas tierras a finales del siglo XVIII, como disidentes de la iglesia ortodoxa rusa, huyendo de la persecución religiosa. Desde entonces se convirtieron en expertos pescadores que, a través de técnicas tradicionales, se alimentan de las aguas del Danubio.

Ahora, todo el ecosistema está amenazado. A pesar de la riqueza histórica y medioambiental de estas poblaciones, varios factores apuntan a su inminente desaparición. En algunos pueblos del delta sólo nace un  niño por cada diez defuncionesEn el pueblo de Sfintu Gheorghe —la última población en el brazo más meridional del delta, ya en las costas del Mar Negro— actualmente quedan apenas 971 habitantes. Sólo se registra un nacimiento por cada 10 defunciones y a ello se añade la emigración masiva de los más jóvenes hacia Tulcea en busca de trabajo o para continuar los estudios.

El reto de mantener el estuario poblado en realidad no es nuevo: Balon, un hombre de 60 años, explica alegre que "el pueblo nació de la fiesta": en el año 1936, numerosos varones ucranianos llegaron huyendo del servicio militar de la Unión Soviética, se instalaron en la zona donde hoy se sitúa este pueblo y se dedicaron a la pesca para sobrevivir. Ante la ausencia de mujeres decidieron celebrar una fiesta en la que comida y bebida abundantes sirvieron de reclamo para atraer la llegada de nuevos habitantes. Hoy, una estrategia similar parece hacerse necesaria.

Amenaza ecológica

Pero los peligros son múltiples: el equilibrio ecológico del delta del Danubio se ha visto seriamente afectado por la intervención humana. La construcción de canales, el vertido de desechos domésticos e industriales —pesticidas y nutrientes— y la reducción de las zonas inundables —antiguamente criaderos naturales de peces— afectan a la calidad del agua y a los recursos tradicionales de sus habitantes. El desarrollo turístico no beneficia a los habitantes originales del estuarioA ello se une el reciente auge turístico de la región.

Hasta hace poco, Rumania fue la gran desconocida para el turismo de Europa Occidental. Recientemente, el país se ha dado a conocer gracias a la promoción publicitaria. Cornel Gaina, presidente de la Asociación Nacional de Agencias de Viaje en Rumania (ANAT), apunta que en 2004 se produjo un aumento del 15% del turismo en Rumania. Según el Ministerio rumano de Transporte, Ingeniería Civil y Turismo, durante los 9 primeros meses de 2004 un total de 4,2 millones de turistas visitaron el país. Estos datos dejan entrever el reciente cambio de actitud de los vacacionistas europeos, pero este descubrimiento de Rumania como nuevo destino turístico es un arma de doble filo: beneficia económicamente al país pero lo perjudicará ecológicamente si no se implantan políticas medioambientales responsables.

De momento, un ambicioso proceso de privatización ha involucrado a la totalidad del sector turístico. Al mismo tiempo crecen las infraestructuras para el alojamiento y se ha iniciado la construcción de 700 hostales. pescador en el DanubioMuchos de estos programas turísticos proyectados tienen como escenario el delta, donde se quiere llevar a cabo el desarrollo urbano de los puertos del Danubio, así como la rehabilitación de los atractivos turísticos de la zona, según datos de la organización de Oficinas Nacionales Extranjeras de Turismo.

De hecho, en el estuario del Danubio, los barcos de turistas se han unido a los tradicionales botes que sirven como único medio de transporte para los lugareños. Pero los habitantes del delta no tienen la posibilidad de participar en los beneficios del turismo con sus modestos establecimientos locales. Son grandes empresas privadas las que construyen complejos hoteleros en las riberas de los tres brazos del Danubio: recintos cerrados que emplean a trabajadores de otras regiones del país y abastecen al turista con todo lo necesario.

Todo ello a pesar de que desde los años 90, con la creación de la Reserva de la Biósfera por la UNESCO, se debe garantizar el uso sostenible del ecosistema, limitando las actividades económicas en la zona a sus formas tradicionales, tales como la pesca, la agricultura o la tala de árboles y juncos.

A pesar de que hoy en día la principal preocupación es controlar el brote de gripe aviar que podría provocar un desastre ecológico  y desencadenar una pandemia entre los habitantes, igual de reales son las amenazas ya existentes sobre el medio ambiente y las poblaciones locales. Son numerosos los peligros que rodean uno de los paraísos naturales más impresionantes, ricos y exóticos que quedan en el continente europeo.