Apóyanos

Publicidad
Cuentos Populares Bereberes Defensa Siciliana El caos que viene

Topper
Ilya U. Topper
[Madrid · Jul 2006]
Líbano  reportaje 

Hizbulá tiende una trampa a Israel


tanque israeli merkava

El secuestro de dos soldados israelíes ha desencadenado el mayor conflicto armado con Israel en dos décadas. La contienda amenaza con convertirse en una guerra regional.

Será un verano largo y muy caliente". George Irani, libanés, profesor en la Universidad Americana de Beirut, está preocupado. La guerra entre Israel y Hizbulá, predice, no ha hecho más que comenzar. "Durará de cinco a siete semanas", vaticina. Quizás más: "Israel intentará aislar completamente a Hizbulá destruyendo el aeropuerto, las carreteras y los puertos para impedir que pueda recibir refuerzos o armas de fuera". De ahí la actual táctica de bombardeos de la aviación israelí.

¿Funcionará? "Hizbulá puede tener muchas más armas de lo que Israel cree y además son guerrilleros muy experimentados, conocen el terreno y  saben cómo comunicarse".

Una cosa es segura: la captura de dos soldados israelíes por parte de la guerrilla libanesa, el 12 de julio pasado, es algo que Tel Aviv no podrá pasar por alto. ¿Aceptará una solución negociada que no incluya el desarme de Hizbulá, ahora parte central de sus exigencias?

No sería la primera vez: en enero de 2004, Israel liberó a 400 presos palestinos —de los más de 7.000 encarcelados— junto a 23 libaneses y 12 de otras nacionalidades a cambio de la liberación de Elhanan Tannenbaum, secuestrado cuatro años antes, y los cuerpos de tres soldados muertos en la zona ocupada. Ariel Sharon prometió entonces que, si se repitiera algo similar, usaría "otros medios".

Irani, director del Programa para África y Oriente Próximo del Centro Internacional de Toledo para la Paz, está seguro de que Hizbulá no actúa de forma aventurera. "Es totalmente seguro de que ha recibido luz verde de Siria", asevera. De hecho, Damasco ha asegurado públicamente que "apoya la resistencia nacional libanesa frente a la agresión israelí".

Aunque expuesta sin apenas medios de defensa a la aviación israelí, que sobrevuela la capital de vez en cuando, Siria no está sola. Cartel de Hizbula en BaalbekEl lunes pasado, el ministro de Exteriores de Irán, Manuchehr Mottaki, se presentó en Damasco para una reunión con el presidente Bachar al Asad. "Esperamos que el régimen sionista no cometa el error de atacar a Siria, ya que, en caso de que se extienda el conflicto, deberá hacer frente a pérdidas inimaginables", había advertido su portavoz poco antes.

Como en una hilera de muñecas rusas, tras Irán se encuentran China y, tal vez, Rusia: ambas han dejado clara su postura de discreto apoyo a Teherán en las últimas negociaciones sobre la cuestión nuclear y han dejado abierta la posibilidad de acoger a Irán como miembro de la Organización de Shanghai, que agrupa a China, Rusia y cuatro repúblicas centroasiáticas. Una guerra abierta de Estados Unidos contra Irán —aparente instigador del conflico actual— parece descartada.

Hizbulá se perfila así como el último peón en un juego geoestratégico que opone un nuevo bloque de países a la hegemonía de Estados Unidos. Pero es mucho más que eso: el líder de la guerrilla, el jeque Hassan Nasralá, se ha convertido en el nuevo héroe para millones de libaneses, palestinos y muchos jóvenes árabes. No hay que olvidar que la milicia libanesa es la única fuerza que consiguió infligir una derrota militar a Israel, al obligarlo a retirarse, en 2000, de una franja ocupada en el sur de Líbano, tras una década de persistentes luchas.

Sin imposiciones

Además, Hizbulá se ha granjeado amplio apoyo entre la población libanesa al ofrecer ayudas sociales sin imponer una determinada ideología religiosa. Los barrios del sur de Beirut, como Haret Hreik, donde se encontraba hasta las semana pasada la oficina pública del movimiento —un edificio bajo y modesto ahora reducido a escombros por los bombardeos israelíes— no se han convertido en un gueto islamista; las tiendas venden ropa occidental y es posible ver a mujeres sin pañuelo por la calle. Todo un contraste con la adusta uniformidad impuesta en la Franja de Gaza por Hamás.

La diferencia entre ambas fuerzas va mucho más lejos. Pese a los reiterados atentados suicidas contra civiles israelíes, ninguna milicia palestina ha causado un serio daño a las fuerzas armadas israelíes y ni siquiera a los grupos de colonos sionistas, habitualmente armados, cuyos asentamientos están diseminados por toda Cisjordania.

Hamás, que ya rechazó en 2000 el apoyo de Hizbulá, no se pronuncia sobre las condiciones

Muy distinto es el modo de operar de Hizbulá. Atrincherados durante años en las colinas, aparentemente fáciles de supervisar, del sur de Líbano, sus guerrilleros han conseguido una y otra vez aniquilar patrullas, destruir tanques e incluso penetrar en algún búnker israelí. El secreto, en palabras de milicianos entrevistados en 1999, era su capacidad de permanecer días y semanas sin realizar movimientos que los aviones y radares israelíes pudieran detectar. Es probable que dispongan también de pasadizos y estructuras subterráneas.

La demostrada fuerza militar de Hizbulá es el motivo por el que Tel Aviv duda en iniciar una invasión terrestre, virtualmente la única forma de encontrar a los soldados secuestrados. El jefe del Estado Mayor, Dan Halutz, a quien algunos empiezan a considerar el dirigente secreto de Israel, niega que haya planes de volver a ocupar Líbano. "No quieren", opina el periodista israelí Sergio Yahni. "Saben que tendría un coste demasiado alto". El tanque perdido el primer día y el navío de guerra dañado ya son mellas suficientemente profundas en la autoestima del mando militar.

¿Cuál es la alternativa? "Continuar los bombardeos aéreos hasta que la sociedad libanesa, llevada al extremo del sufrimiento, presione a Hizbulá", cree Mazen Jaled. Este beirutí, profesional de la publicidad, asegura que la estrategia no dará fruto y que no habrá reedición de la guerra civil que asoló el pequeño país mediterráneo de 1975 a 1989. "Mucha gente culpa a Hizbulá, pero todos tienen claro que los ataques no son un intento de rescatar a los soldados. No volverá a haber enfrentamientos internos.Tenemos muy presente lo que está pasando en Iraq y sabemos que si empezamos a combatir entre nosotros de nuevo, todo irá a peor. Preferimos que nos bombardeen".

Las manifestaciones tras el asesinato de Rafiq Hariri en la primavera pasada parecen haber forjado una conciencia de unidad a prueba de bombas. Destacados políticos libaneses, como Walid Jumblat, una de las cabezas de la oposición a Siria, han enterrado sus diferencias con Hizbulá para hacer frente común a las "agresiones israelíes".

Desgastar al adversario

De momento, ambos bandos parecen jugar a desgastar al adversario. La guerrilla aún posee, según declaraciones de Israel, "una gran cantidad de misiles" y parece decidida a llegar lejos. "Queríais guerra abierta, y tendréis guerra abierta. Estamos dispuestos. Tanque merkava en el parque de HizbuláLas reglas de juego han cambiado", anunció el jeque Nasralá el 14 de julio. A todas luces, los presos 'árabes' encarcelados en Israel, cuya liberación exigió Hizbulá tras la captura de los soldados, no son más que un pretexto.

¿Cuántos son? Según Yehan Yarrar, portavoz de Addameer, una asociación de apoyo a los presos palestinos en cárceles israelíes, hay "no más de cuatro" libaneses, entre 13 y 15 sirios, 10 jordanos y 9.550 palestinos. "Esperamos que una negociación incluya a los palestinos; nadie quitará a los familiares de los presos esta esperanza", declara.

Hamás no se ha pronunciado sobre el caso. Es un muestra de la desconfianza que separa a ambos movimientos.Adrian Mac Liman, periodista y miembro de la Universidad de La Sorbona, recuerda que Hamás ya rechazó en 2000 una oferta de Hizbulá de colaborar en la liberación de Palestina.

Mientras tanto, la diplomacia se moviliza con una rápidez que contrasta con la pasividad absoluta con la que el mundo suele recibir las noticias de los bombardeos de Gaza. La llegada del primer ministro francés Dominique de Villepin a Beirut el lunes es el mejor ejemplo de que Francia no piensa dejar abandonada a su suerte a su antigua colonia. La promesa de George Bush de enviar "pronto" a Condoleezza Rice a la región promete negociaciones a alto nivel.

En el aire queda la propuesta de Kofi Annan de destinar una fuerza multinacional a la zona. Rechazada el lunes por Ehud Olmert —"aún no estamos en esta fase", dijo la portavoz del Gobierno israelí, dando a entender que querían más tiempo para poder bombardear a la guerrilla— fue considerada como posibilidad el martes por la ministra de Exteriores, Tzipi Livni.

Todo indica que la captura de los soldados es una trampa tendida por Irán a través de la milicia libanesa para involucrar a Israel en una guerra imposible de ganar. ¿Una estrategia de distraer la atención de los planes nucleares de Teherán o una iniciativa para forzar —tras semanas de bombardeos, centenares de muertos civiles, pérdidas militares israelíes y una creciente oposición a la guerra en la sociedad hebrea— una negociación a gran escala que incluya la suerte de Palestina? En este caso, un resultado favorable significaría el declive de Hamás —financiada en parte por "particulares de Arabia Saudí", según datos de Washington, y considerado por los más críticos como criatura de Israel— y el ascenso de Hizbulá como movimiento político y social de referencia para muchos musulmanes. Irán podría pretender así una vez más el liderazgo del mundo islámico que ocupó en otras épocas históricas.

Leer más:
Cómo se fragua la próxima guerra Reportaje de Aranzadi [Sep 2007]
Las pistas borradas Reportaje de Aranzadi [Sep 2007]
Bienvenidos a Hizbulandia Reportaje de Iriarte [Ago 2010]