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Martínez
Francisco Martínez
[San Petersburgo · Feb 2009]
Israel  reportaje 

Los soviéticos llevan Israel hacia la derecha


La emigración masiva de judíos rusos a Israel tras el derrumbe de la Unión Soviética empieza a invertirse. La mayoría nunca llegó a integrarse en el estado hebreo.

"El proceso de paz se basa en tres presunciones falsas", asegura Avigdor Lieberman, líder del partido de extrema derecha Israel Beiteinu (Israel, nuestra casa), ”Las premisas erróneas son que el conflicto palestino-israelí es la causa principal de inestabilidad en Oriente Próximo, que el conflicto es territorial y no ideológico y que el establecimiento de un Estado palestino partiendo de las fronteras de 1967 pondrá fin al conflicto", sentencia Lieberman.

Su partido, Israel Beiteinu, está siendo el protagonista en la formación del nuevo gobierno israelí a pesar de haber logrado sólo 15 escaños de los 120 de la Knesset (parlamento de Israel), y quedar por detrás del centrista Kadima, de Tzipi Livni, que obtuvo 28 escaños y del derechista Likud, dirigido por Benjamin Netanyahu, que logró 27.

Tras las elecciones, tanto Livni como Netanyahu cortejan a Lieberman para formar una coalición de gobierno y aunque ”Israel Beiteinu” mantiene diálogo con ambos partidos, Lieberman manifiesta abiertamente sus preferencias ”por un gobierno fuerte con política de derechas”, es decir, el Likud de Netanyahu.

Lieberman es conocido por ser un político polémico y xenófobo y está siendo juzgado por fraude. El las últimas elecciones, los periodistas árabes no han tenido acceso a la campaña de Israel Beiteinu y en 2003 Lieberman criticó el plan de amnistía a 350 prisioneros palestinos diciendo que sería mejor ahogarlos en el Mar Muerto. En su program electoral propone transferir a las poblaciones árabes del norte de Israel a un futuro Estado Palestino a no ser que "demuestren claramente su lealtad", y reclama que todos los ciudadanos de Israel juren lealtad al Estado judío bajo amenaza de perder la ciudadanía.

Lieberman, de origen soviético, propone que todos los ciudadanos de Israel juren lealtad al "estado judío"

Avigdor Lieberman emigró a Israel en 1978 desde la entonces República Moldava de la Unión Soviética. Estudió Ciencias Políticas en la Universidad Hebrea y empezó su carrera política en el Likud hasta que en 1999 fundó su propio partido con muchos inmigrantes soviéticos en sus bases. De hecho, el 35% de sus votantes en las últimas elecciones son de origen ruso-soviético.

No integrados

En Israel vive más de un millón de inmigrantes soviéticos. Gran parte de esa comunidad no ha logrado su integración en la sociedad israelí, formando una subcultura lejana a los signos distintivos judíos, ya que para muchos de esos inmigrantes ’rusos’ su identidad está marcada por la experiencia de ser judío en la Unión Soviética, bajo una distinción más étnica que religiosa.La ascensión de Avigdor Lieberman no es un ejemplo común dentro de la comunidad ruso-soviética; de hecho, en los últimos 5 años han regresado más de 100.000 judíos a sus tierras de origen y Rusia ya es el tercer país con la mayor comunidad hebrea, tras Estados Unidos e Israel.

”La emigración desde Israel va en aumento y no sólo al calor de las situaciones de crisis. Cada vez más padres pierden la fe en el futuro y quieren ahorrarles a sus hijos una vida marcada por el miedo permanente”, escribe el ex secretario general de la ONU, Butros Butros-Ghali, en la revista alemana Der Spiegel.

Mientras que Eli Aflalo, ministro israelí para la Inmigración y la Absorción, recorre el mundo con atractivas ofertas para que los judíos se trasladen a su tierra prometida (30.000 dólares, empleo y cursos de hebreo), el número de judíos aumenta en Rusia, y ya supera los 400.000 fieles, según la Federación de Comunidades Judías en Rusia (FCJR). “Las guerras de Israel sólo pueden atraer a quien busca emociones fuertes”, dice Marina Kasrnova, una judía moscovita que viajó durante un mes a Israel. “Uno puede llevar siempre un pequeño Israel en su corazón”, coincide Krasnova con el rabino de Moscú; ”lo importante es ser judío, pero no importa donde”.

Durante décadas, la Unión Soviética y los países resultantes de su disolución fueron la principal fuente de emigración hacia Israel. Sin embargo, los problemas políticos de Israel y la recuperación económica rusa han invertido la tendencia, y cerca de 200.000 judíos han regresado a una tierra que dejaron como soviética. El rabino jefe de las comunidades rusas, Berel Lazar, incluso desaconseja la aliyah (emigración a Israel) entre sus fieles, causando conmoción entre los clérigos judíos.

"Israel no estaba preparado para la ola de inmigración rusa de los años noventa, ese fue el problema. La gente se imaginaba, además, que alguien los estaba esperando allí. En Rusia los llamaban hebreos, y en Israel rusos... La mayoría de los judíos dejaron Rusia bien por escapar del comunismo, bien por miedo a las reformas económicas. Ahora la situación en Rusia ha mejorado, hay oportunidades para los jóvenes y los judíos pueden vivir una tranquila vida judía.

Por otro lado, la economía está estancada en Israel, y la segunda generación lo tiene cada vez más difícil", asegura Daniil Yackowlew, portavoz de la FCJR; "a esto añadimos las diferencias culturales y la falta de integración en la sociedad israelí. Muchos vuelven una vez que han hecho dinero, porque se sienten rusos y quieren estar donde yacen sus antepasados", explica Yackowlew.

Desde 1989, Rusia ha entregado numerosas propiedades a la comunidad judía

Desde que la URSS permitiera la apertura del Centro de Cultura Judía, en 1989, Rusia ha entregado paulatinamente las propiedades requisadas tras la revolución bolchevique, permitiendo el culto y aceptando las comunidades judías. “Ahora tenemos guarderías judías, sinagogas, escuelas, yeshivas (colegios religiosos)... toda una infraestructura judía.

A esto se refería el rabino cuando dijo que Rusia volvía a ser un buen lugar para los judíos”, asegura Andrei Glotser, secretario del rabino Berel Lazar. "Desde la disolución de la URSS, la actitud social hacia los judíos ha mejorado en Rusia, aunque el mayor cambio se produjo con la llegada al poder de Vladímir Putin. Él consolidó este cambio, y ordenó que la formación en las centros judíos se contara como educación superior", confirma Yackowlew.

La última dádiva de Putin a los judíos es el Museo de la Tolerancia Ruso-Judía, que con una extensión de 15.000 metros cuadrados se convertirá en el más grande del mundo. Para este proyecto, el primer ministro ruso ha donado incluso un mes de su salario. “La Rusia de Putin ha sido sorprendentemente favorable hacia la comunidad judía, lo que está directamente relacionado con el miedo al islam que existe en la sociedad rusa”, escribe Dmitry Shlapentokh para el Central Asia-Caucasus Analyst, y añade: “Los conflictos de Putin con Boris Berezovsky y el encarcelamiento de Mijail Jodorkovsky (ambos judíos) crearon la impresión de que la política del ahora primer ministro tendría una actitud antisemita. Sin embargo, la idea euroasianista de simbiosis entre los ortodoxos rusos y los musulmanes está siendo marginalizada y reemplazada por un nacionalismo ruso-céntrico, en el que los judíos sustituyen a los musulmanes como fieles aliados de los ortodoxos rusos”.

Pogromos, guetos y revolución

La estrecha convivencia ruso-hebrea se remonta al siglo XIX, cuando vivían en el Imperio Ruso cerca de 5 millones de judíos a pesar de los pogromos de los zares. Los judíos tenían prohibido por ley, estudiar en las principales universidades del país y acceder a altos cargos de la Administración, por lo que residían en regiones periféricas del imperio, como Lituania, Polonia, Ucrania o Bielorusia. El sello de “revolución judeo-comunista” fue inventado por los nazis, y contaba con parte de verdad: en vísperas de la revolución de febrero de 1917, el partido bolchevique contaba con 10.000 miembros, de los cuales 364 eran judíos. Entre 1979 y 2000, casi un millón de judíos soviéticos emigraron a Israel Una vez acabada la guerra civil rusa, en 1922, el partido tenía 44.148 miembros, siendo el 7,1% judíos. Además, los judíos tenían cargos de responsabilidad en la organización, pues de los 15 comisarios elegidos por Lenin en 1919, seis eran judíos (Trotsky, Uritsky, Steinberg, Teodorovich, Dimanstein y Sokolnikov).

La URSS incluso decidió crear una región autónoma donde vivieran los judíos, y Birobidzhan (8.000 km al este de Moscú) se convirtió en el primera patria judía donde se fundaron asentamientos 20 años antes de que Israel fuera creado. No obstante, el camino del pueblo hebreo por la URSS fue tortuoso, y el mismo Stalin organizó varios pogromos y aprobó la quema de libros en yiddish y el cierre de sinagogas. No extraña, pues, que fueran muchos los que aprovecharan la mínima distensión con Occidente para escapar a la tierra prometida. Entre 1970 y 2000, cerca de un millón de judíos ’soviéticos’ emigraron a Israel, reduciéndose esa cifra a 10.000 emigrantes anuales desde la llegada de Putin al poder, según la Embajada de Israel en Moscú.

“Los judíos rusos son ahora la comunidad más rica del mundo”, reconoce Aryeh Zuckerman, secretario general del Fondo de los judíos europeos, quien añade: “Su riqueza es similar al conjunto de comunidades norte-americanas, a pesar de ser menos. Si hablamos de multi-billonarios, existen pocos; pero en cuestion de multimillonarios los tenemos a montones”. Muchos de ellos son conocidos oligarcas como Roman Abramovich, otros lo fueron y ahora están exiliados, como Berezovsky o Gusinsky, o en la cárcel, como Jodorkovsky.

También los hay anónimos que volvieron, como Igor Dzhadan, quien regresó en 2001 para trabajar como editor en Moscú en una agencia de noticias judía: “Fue interesante para mí vivir en un estado judío, pero me siento más cómodo en Rusia”. Según el presidente del Congreso Ruso-Judío, Yevgeny Satanovsky, son más de 100.000 los rusos que han regresado de Israel, “más lo que volvieron a otras repúblicas soviéticas” (cerca de 50.000 sólo en Ucrania).

“Comprendo por que vuelven tantos miles de personas”, confiesa Satanovsky: “ya tenemos servicios como los de París y Nueva York, pero la vida sigue siendo mucho más interesante que en estas ciudades”. Mientras, el rabino de Moscú confirma que realiza 30 conversiones diarias de cristianos ortodoxos al judaísmo.

“La era Putin fue muy buena para las relaciones entre Israel y Rusia... y hemos asumido que Medvedev va a seguir la misma estrategia”, asegura la embajadora israelí en Moscú, Anna Azari. La política de Putin se vio recompensada con el reconocimiento de Rusia como interlocutor necesario en Oriente Próximo y con la devolución de uno de los lugares sagrados de la Iglesia Ortodoxa rusa en Jerusalén, el campo de Sergei. Sin embargo, el ex primer ministro Israelí, Ehud Olmert, no consiguió en su última visita a Moscú que Rusia suspendiera la venta de misiles antiaéreos a Iran y Siria, y el Kremlin le reprochó la venta de armamento a Georgia durante la guerra en Osetia del Sur.