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Topper
Ilya U. Topper
[Madrid · Nov 2007]
Israel  reportaje 

No en mi nombre, Israel


Miles de judíos en Europa y EE UU protestan contra los intentos de silenciar las voces críticas con Israel; denuncian que criticar las políticas de Tel Aviv se equipara demasiadas veces con ser antisemita.

Judíos a favor del genocidio”. Esto es, según la destacada periodista inglesa Melanie Phillips, la organización Voces Judías Independientes. “Intentan introducir un cuño entre Israel y los judíos” y “pavimentan el camino hacia un segundo holocausto”. Quien defiende que Israel acoja, en pie de igualdad, a judíos y palestinos en un único territorio “pide la destrucción de Israel”, remacha Phillips.

Contrarrestar este tipo de ataques contra cualquiera que disiente de la ideología oficial de Israel es precisamente el objetivo de Voces Judías Independientes (IJV), una red fundada en febrero por 528 judíos británicos. Su declaración de principios denuncia que “el abanico de opiniones de la población judía no se refleja en las instituciones que pretenden tener la autoridad de representar la comunidad judía en su conjunto”. Además defiende que “los derechos humanos son universales y deben ser aplicados tanto en Israel como en los territorios palestinos ocupados” y que “se mina la vital batalla contra el antisemitismo si cualquier oposición a las políticas del Gobierno israelí se estigmatiza como antisemita”.

“Durante la guerra de Líbano, Ehud Olmert dijo que consideraba esta guerra como una guerra de todos los judíos. Pero yo rechazo que Israel hable en mi nombre”, aclara a La Clave la psicóloga Jacqueline Rose, miembro de la junta directiva del IJV. Reconoce que “todos los judíos estamos conectados con Israel, porque este Estado pretende representarnos, pero estoy en contra de que esta identificación sea obligatoria”.

Rose insiste en que “no rechazamos Israel, sólo nos oponemos a que la identidad judía tenga que equipararse con el nacionalismo. Valoramos la justicia y la vida ética, elementos centrales de la tradición judía.”En Alemania, cualquier crítica a Israel levanta ondas de choque

Ya en 2002 se fundó en Inglaterra Judíos por la Justicia para los Palestinos (JFJP), miembro de la red Judíos Europeos por una Paz Justa (EJJP), con sede en Amsterdam, que agrupa a 18 organizaciones minoritarias en Bélgica, Suiza, Francia, Suecia, Austria, Italia... Ahora el IJV ha relanzado el debate: acaba de fundarse en Australia una organización homónima y, en EE UU, el recién creado Comité para Debatir el Sionismo (CODZ) denuncia el acoso a autores como Norman Finkelstein, Joel Kovel o el ex presidente Jimmy Carter. En España, el clima debe de ser muy diferente, cree Jacqueline Rose, “visto que acoge la iniciativa de paz del músico Daniel Barenboim”.

En Alemania, cualquier critica a Israel levanta ondas de choque. Lo experimentó Rolf Verleger, miembro del Consejo Central de Judíos Alemanes, cuando criticó, en verano de 2006, el bombardeo israelí de Líbano. Dos semanas después, la comunidad judía de Lübeck le retiró el cargo de presidente regional. Verleger respondió lanzando la iniciativa Schalom5767, que pide al Gobierno alemán “no seguir tolerando la política de ocupación israelí, anular el boicot a la Autoridad Palestina y trabajar realmente a favor de un Estado palestino realista”. Firmaron la declaración 71 judíos alemanes, pero el intento de conseguir un millón de adhesiones en Alemania fracasó: en un año sólo se recogieron 14.000 firmas.

Verleger cree que la mayoría de los alemanes está a favor de la paz y que tampoco hay miedo a firmar, pero sí “una sensación de que nada tiene sentido mientras no cambie la postura de Estados Unidos”. “Dado que los políticos no quieren contradecir ni a EE UU ni a Israel —eso sólo lo hacen los ex políticos—, hay una diferencia entre la opinión pública y la oficial”, señala a La Clave.

Hay quien vigila para que nada cambie. Honestly Concerned (HC; ‘Sinceramente Preocupados’) es una red fundada en 2002 que se declara “alarmada por noticias de prensa contrarias a Israel” y aboga por “acciones de firmas, cartas al director y manifestaciones”. Su influencia es evidente: tras protestas de HC, una iglesia católica de Fráncfort anuló la anunciada presentación de un libro del superviviente de Auschwitz Hajo Meyer, porque éste comparaba las políticas de Israel respecto a los palestinos con las posturas nazis. El editor del libro, Abraham Melzer, también judío, realizó la presentación finalmente en la calle, ante una ‘contramanifestación’ de miembros de HC con banderas israelíes. Melzer comparó esta actitud con las medidas de intimidación de las milicias nazis contra los judíos.

Excluir opiniones

El abogado alemán Winfried Seibert señala que HC “ejerce una presión enorme para acallar las voces disidentes” y “se limita a acusar a otros de antisemitismo, sin discutir el fondo de una información”. También Verleger lamenta que “se haya llegado a un punto tan bajo en el debate judío: a nadie se le habría ocurrido tachar de antisemitas a Martin Buber, Hannah Arendt o Albert Einstein, que abogaban por una solución pacífica en Palestina. Hoy se usa el término para excluir opiniones incómodas, como antes ‘enemigo de clase’ o ‘antiamericano’”.Las cifras
 Romper el silencio cómplice 

528 judíos británicos, entre ellos famosos profesores, escritores, rabinos y el premio Nobel Harold Pinter, formaron en febrero la red Voces Judías Independientes para desmarcarse de las posturas del Gobierno israelí, defendidas sin fisuras por las asociaciones judías inglesas.
71 judíos alemanes firmaron la iniciativa Schalom5767, que pide al Gobierno alemán cesar su apoyo incondicional a las políticas de Israel.
170.000 millones de euros recibe Israel en 2007 de EE UU, en parte gracias al ‘lobby’ proisraelí AIPAC, según la propia organización.

La web de HC denuncia —con fotografías— como antisemitas o “incitadores al odio” decenas de títulos expuestos en la Feria del Libro de Fráncfort, entre ellos varios de autores judíos como Uri Avnery, Noam Chomsky o Norman Finkelstein. Este último tuvo que dimitir en septiembre de su puesto de profesor adjunto en la Universidad DePaul de Chicago, donde enseñaba desde hacía seis años. En junio, el claustro le había negado un puesto permanente. Según el profesor, se debía a presiones externas.

¿Hay un ‘lobby’ judío en Estados Unidos? No: esta idea es “poco más que una fantasía paranoica”, en palabras de Abraham Foxman, director de la Liga Antidifamación (ADL), una de las tres mayores organizaciones judías norteamericanas, en referencia a un ensayo de dos profesores, John Mearsheimer y Stephen Walt, publicado en Harvard y titulado ‘El lobby israelí y su influencia en la política exterior de Estados Unidos’. Otros señalan que la aplastante reacción negativa de la prensa norteamericana demuestra precisamente que los autores tienen razón cuando aseguran que “cualquiera que asegura que existe un ‘lobby’ israelí se arriesga a ser acusado de antisemita”.

El debate sorprende: en su propia página web, el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), fundado en 1951 y hoy formado por unos 100.000 miembros, se presenta como “el ‘lobby’ proisraelí de América”. Describe en detalle su trabajo: reuniones con numerosos legisladores, candidatos y presidentes, viajes a Israel para “líderes influyentes y periodistas”, conferencias... Entre los logros alcanzados en el Congreso enumera la ayuda a Israel —170.000 millones en 2007—, resoluciones de apoyo al “derecho de defensa” de Israel, la anulación de la ayuda a la Autoridad Palestina tras la victoria de Hamás, “la derrota de resoluciones contrarias a Israel” y “haber duplicado la participación de judíos en los partidos”.

“No es nada secreto: AIPAC se jacta de haber echado a varios congresistas que habían criticado a Israel, financiando a sus rivales en la siguiente campaña electoral. El resultado: ni un solo miembro del Congreso se atreve a criticar a Israel”, confirma el periodista y ex diputado israelí Uri Avnery, que a los 15 años combatía en las filas del grupo sionista terrorista Irgún y hoy, a los 84 años, es una figura destacada de la izquierda pacifista de su país. Hace hincapié en que “el ‘lobby’ pro-israelí no es sólo judío: los grupos de presión cristianos apoyan la derecha israelí extrema por razones teológicas y el ‘lobby’ judío no refleja la opinión de las comunidades judías de Estados Unidos”.

Protestas inmediatas

“Es muy cómodo para el Gobierno israelí: en lugar de justificar sus actos llama antisemita a cualquiera que los critique”, denuncia Avnery, quien cree que “especialmente la gente que ama Israel debería criticarlo, pero cada vez que un diario estadounidense se atreve a publicar algo recibe de inmediato protestas de miles de lectores y, sobre todo, de los anunciantes. Lo saben también las universidades: si quieren recibir donaciones de personas ricas, tienen que evitar las críticas”. Incluso el consulado de Polonia en Nueva York anuló una conferencia del historiador judío Tony Judt, director del Instituto Remarque, en una de sus salas, tras recibir una llamada telefónica. En respuesta, un centenar de intelectuales judíos firmaron una carta abierta al ADL, que consideraron responsable.

Donde el debate se lleva a cabo con más naturalidad es en Israel: la misma opinión que le costó su cargo a Rolf Verleger en Alemania juntó a 10.000 personas en una manifestación contra los bombardeos a Líbano en Tel Aviv. En la misma ciudad, Ilan Pappe, hasta este año profesor de la Universidad de Haifa, defensor de la unión de palestinos y judíos en un solo Estado —equivalente, según Melanie Phillips, a la destrucción de Israel—, pudo defender su tesis en un debate con Avnery ante una gran audiencia.

También el historiador Shlomo Ben Ami defiende en su libro ‘Cicatrices de guerra’ posiciones similares a las de Norman Finkelstein; un debate de ambos en el programa de radio estadounidense ‘Democracy Now!’ mostró que coinciden en que la expulsión de los palestinos de Israel era una política deliberada e injusta —una afirmación tabú para los autodenomidados defensores de Israel— y sólo discrepan respecto a la manera de reparar la injusticia.

Pero es difícil de imaginar que Honestly Concerned intente impedir la presentación de este libro en Alemania ondeando banderas israelíes: Shlomo Ben Ami fue de 2000 a 2001 ministro de Exteriores de Israel.

Entrevista con...
Norman G. Finkelstein:  «Impiden el debate» 
Profesor de Ciencias Políticas

finkelsteinCausó enorme polémica al denunciar la ‘industria del holocausto’, título del libro en el que, en 2000, describió cómo ciertas organizaciones judías aprovechan el recuerdo de los crímenes nazis. Ahora, Norman Finkelstein (Nueva York, 1953), profesor universitario, judío e hijo de supervivientes de los campos de concentración, vuelve al frente con el libro Más allá de la desfachatez.

¿Cree que es difícil debatir sobre Palestina en Estados Unidos?
Cuando me negaron el puesto de profesor en la Universidad DePaul, se pudo ver que hay un poderoso ‘lobby’ capaz de impedir un debate abierto sobre la política de Israel en los territorios palestinos y la política de EE UU hacia Israel.
¿Es peor que en otros países?
Según. El peor lugar para debatir sobre la política israelí es sin duda Alemania. La situación allí es de locura. En Reino Unido hay mucho más libertad. Mi única experiencia respecto a una presión allí fue hace dos semanas, cuando me retiraron la invitación a una conferencia en Oxford. En Italia hay bastante libertad.
¿Toma Israel cartas en estos asuntos?
Los grupos de presión no están directamente conectados a la embajada israelí. No es que haya una coordinación en cada caso, no les hace falta. Simplemente, las personas que dirigen estas organizaciones saben bastante bien lo que se espera de ellos. No reciben dinero de Israel, no les hace falta, son muy poderosos.
En Israel hay un debate, sin embargo...
Sí. El ex ministro israelí Shlomo Ben-Ami afirma en un libro que en 1948 hubo una política consciente de expulsar a los palestinos del territorio israelí. Decir esto se consideraría inaceptable en EE UU.
¿Es cierto que Noam Chomsky le advirtió que usted se metía en problemas?
Sí, pero de eso hace 20 años. Desde entonces se ha progresado; debatir es mucho más fácil ahora. Hay un claro avance.
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