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MSur
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[Mar 2012]
Turquía reportaje 

El guía supremo contra el presidente

Mural de Jomeini
La derrota del bando encabezado por el presidente iraní, Mahmud Ahmadíneyad, es una victoria de la línea dura y religiosa, respaldada por el Guía Supremo, Alí Jameneí, mientras que gran parte de la oposición liberal y reformista ha boicoteado los comicios.

La tutela del teólogo se impuso en los comicios parlamentarios para la novena legislatura. El guía supremo, Ali Jameneí, conocía dos semanas antes el grado de participación: había “predicho” que más de un 60% de los ciudadanos iría a las urnas, recuerda Muhammad Sahimí, analista del medio digital Tehran Bureau. Y acertó...

“Las estadísticas oficiales son las que ha presentado el respetado ministro de Interior [Mostafa Mohammad Najar], que ha anunciado 34 y algunas décimas por ciento, perdón, 64,4 por ciento fue el porcentaje de participación en la votación”.

Fue el lapsus del director de la oficina electoral central, Sowlat Mortazaví, durante un especial en la televisión nacional. Era sábado por la mañana. A esa hora, un día después de los comicios del viernes 2 de marzo, por la red social Facebook circulaban fotografías de supuestos colegios electorales semidesérticos.

El expresidente Mohamed Jatamí, predecesor de Mahmud Ahmadineyad, había llamado a la desmovilización de los electores de aquella pequeña parte de la oposición no encarcelada o silenciada por el Estado. Fue su voto inesperado el que arrastró a partidarios y detractores a un debate que tendrá que dirimirse lejos del Parlamento.

Un analista político iraní que prefiere protegerse tras el seudónimo 'Robert', responde tajantemente: “No hubo elección. Sólo votaron los que están a favor del clero, los del orden y la ley”. Vencieron los candidatos del Frente Unido de los Principistas, un conglomerado de facciones fieles a Alí Jameneí liderado por el presidente del Consejo de Expertos, el ayatolá Mohammad Reza Mahdaví Kaní, y antiguos miembros de la Guardia Revolucionaria.

Ali JameneiSahimí detalla quiénes encabezan el grupo de candidatos que respaldaron a Mahmud Aymadineyad, que no podrá ser reelegido en los comicios presidenciales del año que viene: “El Frente Duradero de la Revolución Islámica se fundó formalmente el 26 de julio de 2011, aunque algunas especulaciones ofrecen fechas anteriores. Morteza Agha Tehraní, que solía ser el ‘profesor de moralidad’ del gabinete presidencial, es su secretario general”.

Dos meses antes de la supuesta fundación del Frente tuvo lugar una confrontación entre Jameneí y Ahmadineyad cuyo eco resonó fuera de la fronteras de la República Islámica. La decisión del presidente de forzar la dimisión del ministro de los Servicos Secretos, Heydar Moslehi, y su siguiente readmisión impuesta por Jameneí desembocó en una ‘huelga presidencial’ que dejó a Irán huérfano de líder del Ejecutivo durante diez días.

El ala ultraconservadora del Parlamento atacó el gesto de Ahmadineyad. Por su parte, aparentemente, Jameneí trató de suturar la herida: “En este país son necesarias la amistad y la tolerancia, además de la interacción entre Gobierno y Parlamento”, declaró ante los diputados tras la reaparición del líder conservador. “Esta corriente de desviación busca usar su dinero e influencia de cara a las próximas elecciones”, criticó entonces el líder de la Guardia Revolucionaria, Mohammad Ali Jafarí.

“Esta división entre el Líder Supremo y el presidente ha dejado al último sin base social”, explica Robert. Un rumor aparecido en Twitter dos días después de las elecciones anunció que incluso la hermana del líder del ejecutivo, Parvin Ahmadineyad, habría denunciado fraude electoral tras perder su escaño en la circunscripción de Garmsar. “¿La declararán ‘sediciosa’?, concluía irónicamente el ‘tuitero’, apelando al epíteto con el que se definió a quienes tomaron las calles tras las elecciones presidenciales de 2009.

A principios de noviembre de 2011, Said Kamalí Dehghan, periodista del diario británico The Guardian, publicó un artículo titulado: ‘Mahmud Ahmadineyad: ¿el último presidente de Irán?’. Mahmud AhmadineyadEn él detallaba el proyecto político de Ali Jameneí. Éste sería sustituir el sistema presidencialista actual por uno únicamente legislativo, cuyo primer ministro fuese elegido por los diputados. El objetivo: cortar las alas al presidente y ampliar el poder del Guía Espiritual, es decir Jameneí mismo. La clave para lograrlo, según Dehghan, era aprovechar una amplia mayoría favorable a Jameneí en el Parlamento.

Según la agencia semioficial iraní Fars, el viernes electoral se emitieron 2,3 millones de votos. El medio digital Kaleme, órgano cercano al líder reformista encarcelado por ‘sedición', Mir Hosein Musaví, denunció el recuento de las ciudades de Sara e Ilam, ambas al oeste del país. En la primera, el gobierno anunció un 100% de participación; en la segunda población, si 373.000 personas tenían derecho a votar, el organismo de coordinación electoral declaró que lo habían ejercido 380.000. Ningún observador internacional presenció el escrutinio.

En concreto, 219 candidatos lograron la mayoría necesaria de dos tercios de los votos para ocupar uno de los 290 escaños del 'Maylis'. Una segunda vuelta, cuya fecha será anunciada próximamente, decidirá quiénes ocuparán las 65 vacantes que faltan. Incluidas las 25 que le corresponden a Teherán, una circumscripción clave. Según datos no oficiales publicados por el medio digital Iran Independent News Service, los ‘principistas’ se hicieron con el 70% de los votos y los seguidores de Ahmadineyad con el 20%.

El diez por ciento restante corresponde a reformistas e independientes aceptados por el Consejo de Guardianes, órgano encargado de garantizar listas libres de disidencia. De las 1.700 candidaturas presentadas, esta institución tutelada por Jameneí rechazó 870, ochenta de las cuales pertenecían a diputados de ideología reformista presentes en el anterior Parlamento. Como Reza Jatamí, hermano del expresidente y cabeza visible del Frente de la Participación Islámica, marca aperturista con un importante número de seguidores.

Los líderes opositores Mir Hosein Musaví, su mujer Zahra Rahnavard y Mehdi Karrubí llevan más de un año bajo arresto domiciliario. También Mostafa Tayzadé, Behzad Nabaví, Mohsen Mirdamadí, Feizolá Arabsorgí, Mohsen Aminzadé y Abolfazl Ghadianí. Mohamed Jatami“No están encarcelados por haber cometido crimen alguno, sino porque son precisamente ellos quienes pueden organizar y liderar a la gente”, recuerda Muhammad Sahimí. “No existe una oposición institucional, sino más bien es una base social contraria al gobierno. Es una oposición orgánica”, matiza Robert.

El ‘voto Jatamí’

“Una cuestión clave para mañana: ¿Se sentirán Jatamí o Rafsanyaní lo suficientemente presionados como para acudir a votar?” La pregunta corría por Twitter y la respuesta llegó el viernes a media tarde en forma de una fotografía muy discutida, pero confirmada luego a través de fuentes cercanas al entorno del político que gobernó Irán entre 1997 y 2005: Jatamí había metido la papeleta en la urna de una población cercana a Damavand, a unos 60 kilómetros de Teherán.

Hace nueve meses, Jatamí emitió un comunicado en el que detallaba tres condiciones indispensables para impulsar a la oposición a las urnas: libertad de todos los presos políticos, elecciones libres y derecho a manifestación. El periódico Jayán le acusó de retar al Estado al pretender imponer sus propias reglas. Los últimos llamamientos del ex presidente fueron a la no participación. “Le había preguntado [a Jatamí] durante las últimas dos semanas en dos ocasiones si votaría, y en ambas me había respondido que no”, lamentó Ali Shakurí Rad, cabeza visible del Frente de Jatamí.

“La situación de Jatamí no era fácil. Quizás muchos de sus seguidores no se plantearon sus circunstancias, pero se podía prever algo así en tanto que no llamaba a boicotear las elecciones, sino a no participar”, señala Robert. Y añade: “No clarificar su postura hasta que el hecho no se ha consumado ha hecho que el boicot no sea efectivo, pero al mismo tiempo ha provocado una reacción más brusca en una base social que no está unida”.

“Mirad en quién habíamos puesto nuestras esperanzas”, escribía un usuario de Facebook según un reportaje de la periodista Golnaz Esfandiarí. Un bloguero, según narró Tehran Bureau durante la jornada electoral, publicó en su web una foto de Sohrab Arabí, un joven de 19 años asesinado en las postrimerías de las protestas que sucedieron a las elecciones presidenciales de 2009. Adjunto a la imagen, un texto: “Sonriente Seyed [Muhammad Jatamí], ahora que votaste, echa un vistazo a esta foto”.

La cuñada de Jatamí y a la vez nieta del fallecido ayatolá Jomeiní, prefirió aguardar a las explicaciones del político aperturista: “Fue un golpe duro, pero esperaremos”. Jovenes en TeheranOtros, como el prominente político reformista y profesor Sadegh Zibakalam, recordaron que tanto Jatamí como Rafsanyaní, que también había acudido a las urnas, jamás habían dejado de pertenecer al aparato del Estado”.

“De Rafsanyaní no se espera nada, pero de Jatamí se esperaba más”, apunta Robert. “Su línea ha sido la de buscar siempre el entendimiento entre el aparato del Estado y la base social. Pero siempre dando prioridad a mantener la represión y a evitar su propia exclusión de los círculos de poder”. “Acudiendo a votar al menos fue coherente. Quizás de esta manera mucha gente se dará cuenta de qué tipo de persona es Jatamí. No basta con una sonrisa y buenas palabras”, añade Shirín (pseudónimo), una ciudadana iraní.

Durante el fin de semana se siguieron sucediendo reacciones de estupor procedentes de las filas opositoras. Al mismo tiempo, los medios conservadores celebraban el ‘pragmatismo’ de Jatamí ante la alta cifra de participación que habrían registrado los comicios. Tayzadé, desde la cárcel, apoyó al expresidente en un comunicado. La justificación que publicó Jatamí tres días más tarde no logró satisfacer a nadie: “Voté para dar al reformismo una oportunidad, es la única vía que conozco para el desarrollo del país”, escribió.

Quizás de la ruptura entre Jameneí y Ahmadineyad nazca una nueva oportunidad para la oposición”, razona dubitativa Shirín. “Se están poniendo de relieve las diferencias entre la base opositora más conservadora, propensa a justificar al poder, y los seculares, más críticos. Ellos son los que tiran para adelante, pero también deben aceptar que ésta es la realidad. Volver a movilizarlos, y más en estas circunstancias, será difícil”, suspira Robert: “A partir de aquí, habrá que buscar nuevas estrategias”.