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Iriarte
Daniel Iriarte
[Atenas · May 2011]
Grecia  reportaje 

Voces de la crisis griega


Vecinos en El CairoEl derrumbe ha llegado a toda la sociedad. Cinco ciudadanos griegos relatan cómo la crisis afecta a sus vidas y qué futuro intuyen.

Incluso un observador ocasional, como el que escribe estas líneas, puede percibir que la crisis griega está pasando factura. La última vez que estuve, hace exactamente un año, cuando el Fondo Monetario Internacional impuso su programa de reformas, la “crisis económica mundial” era para el ciudadano de a pie todavía poco más que un fantasma abstracto.

Ya no es así: las terrazas de la zona de Plaka, las famosas “tavernes” griegas, están medio vacías, a pesar del sol y del buen tiempo. Cientos de pequeños comercios, de tiendas de souvenirs, incluso de grandes firmas multinacionales, han echado la persiana; ésta a menudo aparece adornada con una pintada política o una mera expresión de rabia. La crisis duele…

Entretanto, huelgas y manifestaciones se han convertido en parte del paisaje cotidiano, tanto que la mayoría de los atenienses apenas se inmuta cuando el aire se llena de gas lacrimógeno. Aturde el pesimismo, que corre el riesgo de convertirse en parte de la idiosincrasia nacional. Nadie cree que la solución esté al alcance de la mano; cada griego hace su apuesta cronológica sobre cuándo saldrá el país de la crisis: en dos años, en cinco, nunca jamás.

En Grecia, cada persona tiene su propio culpable de la crisis: el actual gobierno, o el anterior, la Unión Europea, el FMI, todos los griegos. Pero nadie sabe cómo pedir responsabilidades. Peor: no saben cómo reflotar un país que lucha por no irse a pique. Los jóvenes todavía confían en la salvación personal, bien porque la vida no les ha desengañado aún sobre su propio talento, o bien porque esperan emigrar hacia latitudes más prósperas. Los mayores, más conscientes de las limitaciones que impone la existencia, se limitan a rezar, a maldecir, o ambas cosas.

A la comisión de la Unión Europea le corresponde ahora decidir si Grecia merece un nuevo préstamo. La política del “mal menor” aplicada por el ejecutivo de Papandreu apenas ha satisfecho a los votantes de ningún signo político. “Mala gestión” son las palabras que aparecen una y otra vez en boca de los griegos. Grecia, en algunas cosas, se parece demasiado a España.

Vasiliki Katsiavou · Traductora

Vasiliki Katsiavou

“Ahora es difícil encontrar un buen trabajo, aunque hayas estudiado”, dice Vasiliki. Ella es el perfecto ejemplo: estudió traducción en la Sorbona y habla cuatro idiomas, pero nunca ha podido dedicarse a su sector. Hasta hace pocos meses, trabajaba como secretaria en una asociación que daba servicios vacacionales y de ocio a los empleados de una empresa. Con la crisis, fue una de las primeras cosas que recortaron, y la asociación se cerró.

Vasiliki vive en una casa de tres plantas a las afueras de Atenas. Pertenece a sus padres, que viven en el piso de arriba, y han dejado los otros dos para sus hijas. “Los padres griegos son bastante protectores. Claro, sería diferente si yo tuviese mi propia familia”, cuenta.

“Cada día recibo una llamada de un amigo a quien han despedido, recortado el sueldo o reducido la jornada”, dice. “Aún hay trabajo, si uno está dispuesto a hacer cualquier cosa. Pero yo todavía soy idealista”.

Koutsodimas Kostas · Funcionario

Koutsodimas Kostas“Es duro pedirles a los trabajadores que hagan sacrificios mientras se mantienen los privilegios de empresarios y banqueros”. Así se expresa Koutsodimas Kostas, desde hace treinta y dos años contable de la compañía eléctrica DEI, que con 23.000 trabajadores es la empresa pública más grande de Grecia, y que ahora el gobierno quiere incluir en el plan de privatización.

“En el último año ha habido una reducción de los salarios, y por ahora hemos evitado los despidos”, explica Kostas, quien es también el presidente del sindicato interno GENOP. Pero las perspectivas, dice, son negativas para los trabajadores del sector público, puesto que el gobierno de Papandreu se ha comprometido a obtener cincuenta mil millones de euros mediante privatizaciones. Después, afirma, vendrán las reducciones de plantilla.

“Se estima que hay doscientos mil millones de euros provenientes de Grecia en cuentas suizas. Ese es el beneficio del país en la pasada década, y es un dinero que no va a regresar a la economía griega”, apunta. “Así que se está castigando a los funcionarios, a quienes se hace pagar la mala gestión de los años previos”, asegura.

Lalos Antonios · Farmacéutico

Lalos Antonios“En el sector farmacéutico se ha notado mucho la crisis. Las farmacias son todas iguales, así que no es posible una verdadera libre competencia, en la que sobreviva el que tiene el mejor producto: nos hundimos todas a la vez”, explica Lalos Antonios, propietario de una farmacia en el centro de Atenas. “Además, muchas aseguradoras no nos están pagando lo que nos deben, que es otro problema”.

Para Lalos, “la gestión del gobierno está siendo nefasta, y lo están paliando con el dinero de nuestras pensiones y servicios sociales”, se lamenta.

Panos Thanasios · Estudiante de informática

Panos Thanasios “Cuando termine los estudios me marcharé a trabajar a otro país, probablemente Suecia. Aquí es demasiado difícil encontrar un buen empleo”, explica Panos.

Este joven estudia programación informática en una universidad privada de Atenas. “Cada vez es peor, y no veo ninguna solución posible”, clama.

¿A quién cabe respon-sabilizar por ello? “Los que culpan a la Unión Europea de la situación sólo están buscando excusas fuera. Todos los griegos somos responsables”, asegura.

Acto seguido matiza que “tal vez Grecia debería volver al dracma”, que, a diferencia del euro, puede devaluarse si es necesario.

Ioannis Katsigiannis · Agente de viajes

“Se ha producido un desplome del turismo de griegos que viajan al extranjero, al menos en un 50 %. Aquí siguen viniendo turistas, incluso ligeramente más que antes, pero son europeos o estadounidenses de clase media, es decir, aquellos sectores más afectados por la crisis, y por lo tanto gastan menos. Se puede decir que el panorama es: más gente, menos ingresos”, afirma Ioannis Katsigiannis, agente de viajes.

Su negocio se mantiene a flote a pesar de la crisis. No todos pueden decir lo mismo: en su misma calle, otras cuatro agencias de viajes han tenido que cerrar desde Navidad. “Y cerrarán otras muchas”, asegura. “Los bancos no están concediendo préstamos, y nadie paga sus deudas, ni siquiera el estado. Hay una preocupante falta de dinero en el mercado”, nos dice. ¿Cómo ha conseguido sobrevivir su agencia?, le preguntamos. “Durante los últimos tres años nos expandimos bastante, al tiempo que manteníamos un bajo nivel de gasto. Pero lo hicimos con nuestros ahorros, sin pedir créditos”, explica. “Las agencias y otros comercios que han cerrado es, en muchos casos, porque pidieron créditos bancarios en un momento de expansión, y luego no han podido devolverlos”, asegura.

Nos dice que no cree que los préstamos internacionales sean una buena idea. “Alemania nos concedió uno de nueve mil millones de euros, pero cinco mil iban destinados a comprar armamento alemán. Los préstamos no se hacen para favorecer a Grecia, sino a otros”, afirma.

 

La sonrisa más áspera de la crisis

Giorgos Papaconstantinou, ministro de Finanzas de Grecia

Giorgos PapaconstantinouIncluso sus rivales más acérrimos admiten que su sonrisa, que rara vez desaparece de sus labios, desarma. Su mirada es amable, límpida, pero esconde un punto de dureza. Tal vez porque Giorgos Papaconstantinou, Ministro de Finanzas de Grecia, encarna necesariamente esa contradicción entre las buenas maneras y los actos draconianos que requiere una situación como la de Grecia.

Ejecutor, más que arquitecto, de algunos aspectos de la política de privatizaciones, Papaconstantinou tiene tantos admiradores como detractores. Es la bestia negra de los sindicalistas, que le consideran “un hombre del sistema”, poco más que una correa de transmisión de las directrices del Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.

Pero Papaconstantinou lo ha demostrado, juega para su equipo, hasta el punto de que el Wall Street Journal llegó a calificarle de “chantajista” en uno de sus blogs cuando el pasado septiembre anunció que o Grecia conseguía un nuevo préstamo de Alemania, o tendría que retirarse de la zona euro.

Otros, lo que le envidian es su mujer, la bella Jacoline Vinke, rubia natural, escritora de viajes y superheroína de los hosteleros griegos desde que publicó el “best-seller” “La vuelta a Grecia en ochenta estancias”, a la que conoció en París, durante la década pasada como economista senior en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Quiere combatir la evasión fiscal que en Grecia, según él mismo, llega a entre un 25 y un 35 % del PIB

Hasta hace un par de años, Papaconstantinou era un perfecto desconocido: apenas ocupaba algunos puestos técnicos como asesor del primer ministro George Papandreu y de la Comisión Europea. Sus alumnos en la Universidad de Negocios y Empresas de Atenas, donde enseñaba economía, sí sabían de su competencia, pero también de sus estrictas correcciones. Papaconstantinou, sobre el papel al menos, está preparado para el cargo: estudió en Londres y Nueva York, graduado en la prestigiosa London School of Economics, seguido de máster y doctorado. Y habla bien; tal vez por ello fue elegido portavoz de su partido para relaciones con la prensa, poco antes de ser nombrado ministro.

Del partido (el Movimiento Socialista Panhelénico, o PASOK) de toda la vida, Papaconstantinou ha sido miembro de su Consejo Nacional, y parlamentario por el distrito de Kozani. En 2009, se le puso al frente de las listas al Parlamento Europeo, en donde salió elegido en junio de aquel año. Pero el puesto apenas le duró unos meses: para octubre era llamado a filas por Papandreu para encabezar el Ministerio de Finanzas.

Papaconstantinou es el archiejemplo del ejército de nuevos políticos elevados a cargos ministeriales cuando el PASOK regresó al poder, y cuyas viejas glorias, en una situación que nos es familiar también en España, aparecían demasiado salpicadas por la corrupción de las décadas anteriores. Caras nuevas que esperaban renovar el partido, pero a quienes la crisis económica mundial les ha estallado en las manos, convirtiéndoles en rehenes de una política que no satisface a casi nadie, y que difícilmente puede hacerlo.

No es fácil la tarea del ministro: esta semana lanzaba un plan de tres años para combatir la evasión fiscal, que en Grecia, según él mismo admitía, llega a entre un 25 y un 35 % del Producto Interior Bruto. “Estamos intentando cambiar el rumbo de este Titanic”, dijo Papaconstantinou acerca de la economía griegaPor eso, amenaza con someter al escarnio popular a aquellos que deban más de 150.000 euros desde hace más de un año, haciendo públicos sus nombres.

Es de esperar que eso le añadirá nuevos enemigos a una lista ya larga: a principios de mes, se enfrentó a un grupo de ochocientos antiguos senadores que reclaman, justo ahora, compensaciones económicas y una pensión por los cinco años en el parlamento, con el anterior gobierno. El ministro les respondió por e-mail, diciendo que su petición era, en estos momentos de recortes, un insulto, y que se negaba a considerarlo.

Papaconstantinou vuelve a advertir ahora que se avecinan tiempos duros para Grecia, igual que hizo hace exactamente un año. La profecía se cumplió, sin que el país haya logrado salir a flote. “Estamos intentando cambiar el rumbo de este Titanic”, decía hace unos meses acerca de la economía griega. Comparación, tal vez, desafortunada: como advirtieron entonces algunos comentaristas, es la primera vez que el ministro de finanzas de un país admite que tal vez haya que ir pensando en fletar los botes salvavidas, porque ya se sabe cómo acabó aquel transatlántico.

Leer más:
La enésima tarde de fuego. Columna de Iriarte [2011]
Temo a los alemanes.... Columna de Stelios Kouloglou [2011]
La desestructuración de Grecia. Columna de Stelios Kouloglou [2011]